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Transporte limpio será catalizador de la descarbonización en Costa Rica

Fecha de publicación en Latinclima
Autor: Michelle Soto
Autor institucional: LatinClima
Región: América Central
Año de publicación:: 2018
LatinClima
Costa Rica ya posee una matriz eléctrica basada en fuentes renovables y logró revertir la tasa de deforestación. Su reto para lograr la descarbonización de su economía yace en lograr transformar su modelo de transporte.
Uso con crédito de autor personal e institucional

En el 2007, Costa Rica sorprendió al mundo al comprometerse voluntariamente con la carbono neutralidad para el 2021.

El país centroamericano hizo el anuncio siete años antes del llamado realizado por ONU Medio Ambiente para que los países neutralizaran sus emisiones al año 2050. Claro, en la ecuación de la carbono neutralidad, Costa Rica lleva ventaja porque el 52,38% de su territorio está bajo cobertura forestal y eso le permite, por medio de sus bosques, almacenar unas 2.950 millones de toneladas de carbono.

Otra ventaja que tiene el país es que su matriz eléctrica está basada, en más de un 90%, en fuentes renovables: agua, viento, geotermia, sol y biomasa. En cambio, otros países dependientes de fuentes fósiles están realizando grandes esfuerzos para alcanzar el 40%.

Sin embargo, esta historia tiene un villano: el transporte. Según el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero y Absorción de Carbono, realizado por el Instituto Meteorológico Nacional (IMN), el transporte es responsable del 68,70% de las emisiones de carbono del sector energético.

Asimismo, el transporte consume el 61% de los hidrocarburos en un país donde el parque automotor se incrementó en 7,4% entre 2015 y 2016, alcanzando un total de 1.664.991 vehículos.

Las presas, término costarricense para referirse al congestionamiento vial, tienen un costo económico calculado en $590 millones por concepto de pérdida de tiempo, que se traduce en pérdida de productividad.

“Tenemos que dejar de pensar en la carbono neutralidad. Tenemos que ser más ambiciosos y pensar en la descarbonización de la economía”, manifestó Claudia Dobles, Primera Dama de la República y líder de la transformación en el sector transporte.

“La era de los combustibles fósiles ya llegó a su fin. Ya existe la tecnología para dar el salto y la descarbonización de la economía en nuestro país pasa necesariamente por la erradicación de los combustibles fósiles en el sector transporte”, subrayó.

“Tenemos dos ventajas con respecto a otros países. Muchos países se están moviendo al transporte eléctrico, pero no tienen la matriz eléctrica limpia que sí tiene Costa Rica. También tenemos el factor de escala a nuestro favor, eso nos permite trabajar de una manera relativamente más rápida. Aprovechar esas dos ventajas nos permitirá tener un impacto más efectivo y significativo en nuestra huella de carbono”, agregó Dobles, quien será expositora del I Congreso Latinoamericano sobre Sostenibilidad, Ecología y Evolución (SEE), el cual se realizará del 26 al 29 de setiembre del 2018 en Parque Viva (La Guácima, Costa Rica).

La transformación del transporte

Para Dobles, y en ello coincide Eduardo Brenes, viceministro de Obras Públicas y Transporte, la columna vertebral de esta transformación viene de la mano del transporte público.

“Queremos que nuestro transporte público funcione como sistema. A la fecha no funciona así, no tenemos una red intermodal que le permita al usuario una fluidez eficiente a la hora de movilizarse. Tenemos que pasar a una dinámica de movilizar personas y dejar de pensar en movilizar carros”, destacó la arquitecta y Primera Dama de la República.

En este sentido, el primer proyecto es el Tren Rápido de Pasajeros (TRP), que ya cuenta con un estudio de prefactibilidad, el cual evaluó la demanda y, ciertamente, los costarricenses están dispuestos a viajar en este medio de transporte.

La siguiente etapa consiste en valorar la factibilidad, la cual contempla determinar costos, estructurar financieramente el proyecto y trabajar en el cartel de licitación.

Según el ministro de Ambiente y Energía, Carlos Manuel Rodríguez, el TRP tiene un costo de $2.000 millones. Para buscar cofinanciamiento, en junio, el ministro viajó a Vietnam para reunirse con representantes del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF) y el  Fondo Verde para el Clima.

El TRP no es suficiente y las autoridades gubernamentales lo saben. Costa Rica seguiría los pasos de otros países que se están moviendo a sistemas masivos de transporte, que son más limpios, rápidos y eficientes.

¿Un metro para Costa Rica? Dobles no descarta la idea, pero antes trabajará en modernizar el sistema de autobuses.

Diariamente, a la ciudad de San José ingresan unas 2500 unidades de autobuses en ruta regular, según datos del Consejo de Transporte Público (CTP).

La introducción de la movilidad eléctrica, en un 25% de la flota del servicio público para el 2030, se traduciría en una reducción de 389 toneladas de carbono, un ahorro de $316 millones por concepto de consumo de combustible y 108 muertes prevenidas relacionadas a contaminación de aire. Lo anterior, según datos de ONU Medio Ambiente.

Precisamente, el pasado 5 de junio, entidades gubernamentales, organizaciones y agencias de cooperación firmaron una carta de intenciones que dio vida a la Iniciativa para la Electrificación del Transporte Público en modalidad bus.

Esta acción permitirá que, en el 2019, circulen los primeros tres buses eléctricos o e-buses. Estos, junto a sus respectivas estaciones de recarga, fueron donados por el gobierno de Alemania, que aportó 2,5 millones de euros, y Fundación CRUSA que, desembolsó $1 millón.

“La electrificación del transporte en la modalidad bus no solo aporta a la reducción de emisiones; estamos aportando al cambio de ecosistema, aportamos a mejorar la calidad del aire y a reducir la contaminación sónica de nuestras ciudades, entre otros”, destacó Rodríguez.

La electrificación de la flotilla de autobuses es una parte, pero también se trabajará en la sectorización para que las rutas sean más eficientes y evitar el ingreso innecesario a la ciudad. Esto contempla, además, la modernización del sistema de cobro para que sea electrónico.

El Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) se suma al proyecto no solo aportando la energía limpia para movilizar el transporte masivo, sino también desarrollando aplicaciones móviles que les permitan a los usuarios visualizar las rutas de autobuses y trenes, así como los horarios y, eventualmente, también faciliten la compra de tiquetes.

“El sistema de transporte público, al funcionar en red, tiene que retroalimentarse de otros sistemas. Se hace más fuerte cuando los contempla y así podemos garantizarle demanda de usuarios al sector privado que brinda servicios. En estos momentos, al no tener un sistema eficiente, el sector privado está perdiendo competitividad y usuarios ante los sistemas informales de transporte”, señaló Dobles.

En referencia a los taxis, la arquitecta adelantó que se trabajará en la transición de la flotilla hacia tecnologías eléctricas. “Con ellos tenemos que trabajar en la estructuración del cómo se va a dar este proceso y cuál es el acompañamiento financiero que requieren para esta transición”, dijo la Primera Dama.

Ahora bien, y según Brenes, esos sistemas de transporte masivo deberán encadenarse a otros no motorizados como ciclovías y peatonización. “Necesitamos que nuestras ciudades sean amigables con el peatón y necesitamos darle la cercanía a los usuarios de los servicios para que la gente realmente pueda movilizarse caminando”, enfatizó Dobles.

Con respecto a los vehículos privados, Dobles argumenta que la discusión no es si se electrifica o no la flota. Para la arquitecta, esa ya es una realidad. “La Ley de Incentivos y Promoción del Transporte Eléctrico, aprobada en enero de este año, va a dar un empujón para que las personas realmente empiecen a utilizar vehículos eléctricos y, cuando tengan que cambiar su carro, opten por estas alternativas limpias en vez de escoger una convencional”, manifestó la Primera Dama.

Para poner el ejemplo, el sector público experimentará un cambio de flotilla a tecnologías eléctricas. El siguiente paso será convencer y sumar a las municipalidades para que no solo opten por carros eléctricos cuando cambien sus vehículos de trabajo, sino que también prefieran estas tecnologías para aquellas unidades que brindan servicios como recolección de basura.

Si bien la apuesta es grande, el ICE aporta a la mesa de juego. Desde su área de Telecomunicaciones, el instituto invertirá en gobierno digital. Según su presidenta ejecutiva, Irene Cañas, se están mapeando todos los trámites que actualmente se deben hacer de manera personal el fin de buscar soluciones digitales.

“¿Por qué es importante el gobierno digital en esta transformación del transporte? Entre más trámites les podamos ofrecer a la ciudadanía de manera digital, menos gente tendremos en la calle en presas como las que tenemos hoy en día”, comentó Cañas.

Dobles también aporta a la mesa: impulsar el teletrabajo, no solo en el sector privado sino también en el público. “La mejor movilidad es la que no se hace”, dijo.

Transporte: el tercer paso de la descarbonización

“La descarbonización en Costa Rica empezó hace más de 30 años”, destacó Rodríguez.

Efectivamente, y como lo menciona el ministro de Ambiente y Energía, el país inició sus esfuerzos por desligar las emisiones de carbono del crecimiento económico cuando, en 1884, prefirió la hidroelectricidad al carbón. Actualmente, la matriz eléctrica costarricense está basada en más del 90% en fuentes renovables.

El segundo hito en ese camino a la descarbonización, según Rodríguez, fue revertir la tasa de deforestación. Costa Rica pasó de tener tan solo 21% de cobertura forestal en los años 80 a poseer 52,38% en la actualidad.

“Ese esfuerzo por frenar la deforestación no impidió el crecimiento económico. De hecho, Costa Rica triplicó su Producto Interno Bruto (PIB). Eso demuestra que la descarbonización no obstaculiza el desarrollo”, comentó Rodríguez y agregó: “así como Costa Rica ha sido exitoso en proponer a la naturaleza como un modelo de desarrollo económico, ahora nos corresponde centrarnos en el medio ambiente urbano para descarbonizar la economía”.

Una vez más, el reto está en el sector transporte y, principalmente, el parque privado. En Costa Rica viven, aproximadamente, cinco millones de personas y circulan 1,6 millones de vehículos particulares. Solo en el 2016 ingresaron 157.000 carros al país, el 98% de esas unidades importadas utilizaban combustibles fósiles.

De ahí el interés del gobierno por transformar y modernizar el transporte público para que, al hacerlo limpio, eficiente y seguro, se desincentive el uso del carro particular.

 “El transporte es fundamental para el desarrollo. Posibilita la economía, las comunicaciones, el acceso a la educación y a la salud. El desarrollo sostenible depende, en gran medida, de la funcionalidad de este sector”, manifestó Andreas Villar, director de la Agencia de Cooperación Alemana para el Desarrollo GIZ.

Para Villar, la transformación del transporte en Costa Rica no solo tiene que ver con cambio climático o pérdida de competitividad, también se relaciona con contaminación y deterioro de la calidad de vida. “Por eso, la modernización en el sector transporte es necesaria y urgente. Debemos promover el desarrollo de ciudades sostenibles”, dijo.

Para Dobles, descarbonizar el transporte requiere cambiar el paradigma de la ciudad. “El caos vial responde a una falta de planificación estratégica y a un modelo urbano que ya está obsoleto porque responde al carro centrismo, a la expansión en horizontal y a la baja densidad”, dijo.

Este modelo carro céntrico no solo resta calidad de vida a las personas sino que también es costoso debido a su ineficiencia. “Cada vez que la ciudad crece horizontalmente, el gobierno central o los municipios deben llevar servicios a esa población. Eso equivaldría a construir una ciudad nueva cada 14 años. Una ciudad nueva en infraestructura, servicios, telecomunicaciones, acueductos y alcantarillado… para países como los nuestros, eso es insostenible”, destacó la arquitecta.

En este sentido, se debe repensar y replantear el modelo de ciudad. “Tenemos que pasar a una ciudad más densa, eficiente, amigable para el peatón, de usos mixtos en cuanto a terrenos, clases sociales y servicios. Esa visión requiere que el transporte se trabaje conjuntamente con la planificación urbana”, enfatizó Dobles.

Todo el mundo está en lo mismo

Lo que está viviendo Costa Rica, también se ve en otras latitudes.

Para Harald Diaz-Bone, experto en movilidad urbana de la Universidad Técnica de Berlín, se espera una completa transformación de la movilidad en el mundo en los próximos años. Las señales ya se están empezando a observar: flotas de vehículos compartidos en vez de carros privados, una revolución en el uso de bicicletas, ciudades peatonales, transporte de carga bajo en emisiones y libre de ruido.

Londres, por ejemplo, impuso una carga tributaria a las emisiones y el dinero recolectado por esta vía se utiliza para subsidiar el transporte público y así hacer accesibles los precios de los tiquetes.

París sacó a los automóviles de las calles aledañas al río Sena e instauró paseos peatonales. Copenhague​ y Ámsterdam cedieron el espacio a las bicicletas y con ello ganaron aire más limpio, menos ruido y más salud.

“Los ingredientes para la movilidad sostenible ya existen”, manifestó Diaz-Bone.

De hecho, la Agencia de Cooperación Alemana para el Desarrollo GIZ elaboró un listado de 10 principios a tener en cuenta para lograr tener un transporte sostenible:

  1. Planear ciudades densas a escala humana.
  2. Crear ciudades orientadas al transporte público.
  3. Optimizar la malla vial y su uso.
  4. Fomentar el caminar y el uso de la bicicleta.
  5. Implementar mejoras en el transporte público.
  6. Controlar el uso de vehículos.
  7. Gestionar el estacionamiento.
  8. Promover vehículos limpios.
  9. Comunicar soluciones.
  10. Abordar los retos de manera exhaustiva.

“Si una ciudad como San José quiere ser sostenible, pues debe pensar en estos 10 principios. Ninguno de los principios es más importante que el otro”, dijo Diaz-Bone y agregó: “la planificación del transporte debe ser integral al plan de desarrollo de la ciudad, el cual debe poner en el centro el mejoramiento de calidad de vida de la población local. Por eso, la tarea debe recaer en las alcaldías y no en la entidad a cargo del transporte, porque se deben coordinar procesos para alcanzar una ciudad más sostenible con un transporte más limpio y una población más saludable”.

Una cosa es lo que se hace desde el gobierno, pero: ¿cómo la ciudadanía puede impulsar una movilidad más sostenible? “La primera etapa es cambiar esa conexión que tiene el ciudadano con su ciudad. Si me concibo como un individuo en un espacio, entonces voy a empezar a ver riesgos de andar solo en la ciudad por temas como inseguridad, carros y otros. Voy a tener miedo de la ciudad.

”Ese pensamiento hay que cambiarlo y transformarlo hacia un sentimiento de amor por la ciudad. Eso permitirá que las personas se identifiquen con ella y, por tanto, quieran que esta mejore. Ese es el cambio de mentalidad que necesita América Latina para transformar sus ciudades”, reflexionó Diaz-Bone.

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