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Agua verde dejarás correr
La gente de Concordia, en la provincia argentina de Entre Ríos,ya sabe que cuando las aguas del río Uruguay se llenan de verdín es mejor no meterse. Verdín es el nombre que le dan a las colonias de cianobacterias debido a su color verdoso, fácil de reconocer a simple vista. Las cianobacterias son un tipo de bacteria capaz de realizar fotosíntesis y,, bajo condiciones favorables como las altas temperaturas y la abundancia de fósforo en el agua, forman floraciones o colonias que se ven como un manto verde que enturbia las aguas. Además, algunas especies producen un tipo de toxina que puede afectar la salud de animales y personas, provocando síntomas como irritaciones en la piel, conjuntivitis, vómitos, náuseas y cefaleas y, en casos graves, falla de los riñones y el hígado. Las instituciones que gestionan el río, que es compartido por Argentina y Uruguay, han implementado varias estrategias para prevenir las intoxicaciones por contacto con cianobacterias. Estas medidas son importantes para disminuir los riesgos; sin embargo, las floraciones de cianobacterias son la consecuencia de un problema mayor que, de ser abordado, obligaría a las naciones a replantearse por completo su modelo de producción y de uso de los recursos naturales.
Complejo Hidroeléctrico Santo Grande
La ciudad de Concordia es uno de los principales destinos turísticos de la provincia de Entre Ríos, no solo por sus populares playas ribereñas, sino también por sus tres complejos termales que reciben a miles de turistas cada año. En la otra orilla del río, está la ciudad de Salto, del lado de Uruguay, no menos agraciada por el paisaje natural del río, con su diversidad de flora y fauna y con sus propias aguas termales. Tanto para Concordia como para Salto, el río Uruguay tiene enorme importancia: no solo abastece de agua dulce a las ciudades y ofrece playas para fines recreativos, sino que además provee energía hidroeléctrica que se genera mediante el Embalse Salto Grande, la represa hidroeléctrica ubicada a 18 kilómetros aguas arriba de Concordia.
El Embalse Salto Grande forma parte del Complejo Hidroeléctrico Salto Grande y provee cerca de la mitad de la demanda energética de Uruguay y el 4% de la de Argentina. Pero el Complejo también realiza muchas actividades que tienen que ver con la gestión ambiental y el monitoreo de las aguas que están bajo su jurisdicción. Y esto es porque las zonas de embalse en el mundo suelen verse afectadas por las floraciones de cianobacterias.
“Cuando se hicieron los estudios de factibilidad de la obra de Salto Grande, se encontró presencia de un tipo de cianobacteria llamada Microcystis, que tiene unas toxinas que pueden ser dañinas para la salud humana. Estas cianobacterias se encuentran naturalmente en el río pero, hoy, debido a un conjunto de condiciones climáticas y ambientales, están apareciendo en mayor medida y más frecuentemente. Estas condiciones son principalmente las altas temperaturas, las aguas estancadas y la alta concentración de nutrientes orgánicos”, dice Facundo Bordet, biólogo e investigador del equipo de Gestión Ambiental de la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande, el organismo que lleva adelante el Plan de Gestión Ambiental. Este plan, entre sus muchas actividades, monitorea las aguas del río con frecuencia semanal durante el verano y mensual en el inverno. Y, ¿por qué la frecuencia de los monitoreos es mayor en el verano? Porque es la época en que las cianobacterias infestan más las aguas.
“Nosotros hacemos un monitoreo rutinario y sistematizado desde hace diez años, donde analizamos 17 playas todas las semanas de todos los veranos. Tenemos un laboratorio químico donde hacemos el análisis del agua para determinar si está en condiciones de usarse o no. Los sitios que analizamos son sitios de playa, están metidos hacia adentro, con penínsulas que bloquean el ingreso del viento y de las corrientes, por lo que las aguas están muy tranquilas. Y justamente son los lugares más concurridos, principalmente del lado argentino, para actividades de recreación” afirma Bordet. El Embalse Salto Grande posee un laboratorio específicamente destinado para el monitoreo del río y los análisis que genera son utilizados por diversas instituciones para conocer la calidad del agua y determinar las medidas necesarias para evitar intoxicaciones.
Una intoxicación de principio a fin
En Concordia, el Hospital Masvernat tiene un programa específico de detección y tratamiento de intoxicaciones causadas por cianobacterias. Sin embargo, no existe un estudio riguroso y sistemático que dé cuenta de la incidencia de las cianobacterias en la salud de las personas. De hecho, las investigaciones en este tema son muy escasas en el mundo ya que, a pesar de ser una problemática grave que afecta la salud de millones de personas, resulta difícil realizar estudios rigurosos. ¿Por qué? Porque los síntomas de este tipo de intoxicaciones son muy amplios y pueden deberse a muchos y muy diversos factores.
Si bien no hay datos rigurosos que reflejen la magnitud del problema, existe un estudio de caso en Salto Grande elaborado por investigadores de la Universidad Nacional de La Plata, que describe con detalle una intoxicación aguda causada por el contacto con cianobacterias. El estudio se publicó en el 2011 pero el hecho ocurrió en enero del 2007. Era pleno verano y un joven de 19 años, cuya identidad se mantiene reservada, recorría el río Uruguay cerca de Federación, una localidad ubicada a unos 30 kilómetros aguas arriba de la Represa Salto Grande. En su recorrida, el muchacho ingresó accidentalmente a una bahía en donde vio algo que describió como “un enorme parche de pintura verde”. Durante dos horas estuvo inmerso en aquellas aguas enrarecidas, sin saber a lo que estaba expuesto.
A las pocas horas de salir, el joven comenzó a sentir malestar estomacal y debilidad muscular. Luego se sumaron náuseas y vómitos. El primer diagnóstico médico fue estrés por causas desconocidas, a lo que se indicó reposo. Pero el cuadro del joven empeoró y a los cuatro días tuvo que ser hospitalizado en terapia intensiva. A la primera etapa de desorden gastrointestinal le siguió una segunda etapa de falla pulmonar que luego se transformó en un trastorno generalizado con fallas en el hígado y los riñones.
Gracias al tratamiento que recibió, el joven finalmente obtuvo el alta tras pasar ocho días en terapia intensiva y otros doce días internado. Durante ese tiempo, se tomaron muestras de agua en la que el joven había estado y, luego de analizarlas, se encontraron microcistinas en altas concentraciones. Este fue el primer caso documentado de intoxicación con cianobacterias en aguas recreativas del Embalse Salto Grande. Si bien este representa el estudio de un solo paciente y, como tal, no refleja una tendencia ni aporta datos estadísticos, sí permite reconocer los efectos de las cianotoxinas en la salud humana y documentar los síntomas de este tipo de intoxicaciones. Además, en el mundo existen otros casos de estudio de personas expuestas a floraciones de cianobacterias y que presentaron cuadros muy similares al mencionado.
Información para la prevención
“Nosotros monitoreamos la calidad de agua a lo largo de los 500 kilómetros de frontera entre Argentina y Uruguay y la mayor cantidad de floraciones aparecen en el embalse, especialmente en verano”, dice Mariel Bazzalo, Doctora en Biología y Adjunta de la Secretaría Técnica de la Comisión Administradora del Río Uruguay, mejor conocida como CARU. La CARU es un ente binacional conformado por delegaciones de Uruguay y Argentina, que establece el marco normativo para el aprovechamiento de esos 500 kilómetros de río que comparten ambos países.
El Programa de Vigilancia de Playas comenzó a implementarse en el 2007 con el objetivo de monitorear la calidad del agua del río. Lo llevan adelante la CARU y el equipo técnico del Área de Gestión Ambiental de la Comisión Técnica Mixta del Embalse Salto Grande.El laboratorio del Embalse Salto Grande no solamente mide la cantidad de cianobacterias en el agua, sino también la presencia de otros organismos dañinos, como ciertos tipos de bacterias fecales. Pero, ¿cómo poner a disposición de la gente esa información de modo que pueda usarla para protegerse de posibles contagios? Para dar solución a esta pregunta, los especialistas crearon el cianosemáforo. (Ver en imágenes)
“El semáforo tiene la facilidad de que le permite a la gente leer su playa. La gente mira el color del semáforo y, si está rojo, ya sabe que le conviene ir a otra playa; si está verde, la puede usar sin problemas y, si está amarillo, le conviene ducharse después de meterse al agua para sacarse posibles cianotoxinas. Entonces, con ver el color la gente interpreta fácilmente la situación sin necesidad de ver ningún número”, señala Bazzalo. Este sistema basado en colores se utiliza tanto en Argentina como en Uruguay y ha permitido que las personas que visitan las playas tengan conocimiento de la problemática y estén alertas para protegerse de cualquier tipo de contagio.
Además del semáforo, la CARU lleva a cabo otras medidas de adaptación a esta realidad que involucran a la población. Dice Bazzalo: “nosotros también capacitamos a guardavidas para que ellos puedan hacer una observación visual de las playas, sepan si hay presencia de floraciones de cianobacterias y alerten a la población en caso de ser necesario. Es necesario que ellos tengan las herramientas para conocer en qué estado se encuentran las playas por observación directa”. Además, la CARU ha elaborado un Manual de Buenas Prácticas, en la misma línea de generar una toma de conciencia por parte de las personas, para brindar información sobre las floraciones y permitir que la gente tome los recaudos necesarios para cuidar su salud.
No obstante, todavía falta mucho camino por avanzar en materia de registros sobre salud y cianobacterias. Si bien ha habido intentos de elaborar estadísticas, por ejemplo a partir de encuestas, no se han dado a conocer resultados. En este sentido, Bazzalo reconoce que falta articulación entre los centros de salud y la CARU para elaborar un plan que permita conocer la magnitud del problema. Sin embargo, también reconoce que es difícil sistematizar las intoxicaciones por cianobacterias: los síntomas que presentan los pacientes suelen ser muy generales y podrían deberse a muchas causas, de modo que el trabajo no es fácil.
Todas estas son acciones que buscan minimizar los riesgos ante una problemática que cada año se agrava aún más. Pero, ¿por qué ocurre esto? Porque las causas de fondo que originan el problema están muy lejos de ser atendidas.
Cianobacterias: anticuerpos de la naturaleza
“Las cianobacterias son el síntoma de una enfermedad: no son el problema en sí mismo, sino la consecuencia de una serie de cuestiones que tienen que ver con el impacto de las actividades humanas en la naturaleza”, dice Bordet.
El proceso que favorece las floraciones de cianobacterias es la eutrofización. Este fenómeno consiste en el aporte de nutrientes a un cuerpo de agua, que puede ser un río o un lago, que antes no los tenía. Estos nutrientes son principalmente fósforo y nitrógeno y provienen de la actividad humana. Afirma Bordet: “las actividades agropecuarias intensivas, el uso del suelo, la deforestación, el uso de pesticidas en la producción agrícola, la falta de ordenamiento territorial y la falta de protección de la vegetación natural que está en las márgenes del río y que actúa como barrera protectora filtrando nutrientes; todo esto potencia el ingreso de nutrientes y cuando las condiciones son favorables, con altas temperaturas y vientos leves, se forma un caldo de cultivo ideal para el crecimiento de cianobacterias. Y eso es una tendencia que va en aumento en el embalse desde hace 10 años de manera sistematizada”.
La enfermedad es, pues, la eutrofización intensificada por la actividad humana. En este contexto, el cambio climático es un factor que contribuye al agravamiento del problema, ya que genera las condiciones ideales para su aparición. “Existen investigaciones con modelaje hechas en Estados Unidos sobre el impacto del cambio climático en las floraciones de cianobacterias. Por ejemplo, ellos tienen medido que, en promedio, hoy los lagos del norte de Estados Unidos, los Grandes Lagos, tienen siete días al año de floraciones intensas en toda su superficie. Con estos datos y con los pronósticos de cambio climático y otras condiciones hidrológicas, encontraron que para el 2090 van a tener entre 18 y 30 días de floraciones intensas. Esta herramienta matemática evidencia un poco esta nueva línea de trabajo y ha demostrado que las cianobacterias no solo no escapan al cambio climático, sino que se verían favorecidas”, señala Bordet.
Combatir la enfermedad
Las floraciones de cianobacterias son un fenómeno común a muchos lagos naturales y embalses del mundo. Desde el gran Lago Taihu, en China, que abastece de agua dulce a 30 millones de personas, hasta los Grandes Lagos de los Estados Unidos, las cianobacterias aparecen casi religiosamente bajo las mismas condiciones: calor, quietud de las aguas y altas concentraciones de fósforo y nitrógeno. Esto representa un grave riesgo para la salud humana y también es una amenaza para los ecosistemas. Los excesos de nutrientes en el agua afectan la supervivencia de muchos organismos y la aparición de cianobacterias es un mecanismo natural por el cual las aguas disminuyen ese exceso de nutrientes, como anticuerpos que combaten una sustancia extraña. No obstante, cuando el aporte de nutrientes es constante, no hay lago que aguante.
“Para nosotros es importante dejar de ver el síntoma y empezar a ver la enfermedad. Y la enfermedad está asociada principalmente al uso del suelo y la actividad agrícola ganadera. Pero eso ya toca muchos intereses, entonces la solución se hace difícil de ver”. A pesar de esto, desde el equipo de Gestión Ambiental del Embalse han logrado implementar algunas técnicas de mitigación de floraciones con éxito. “Las cianobacterias tienen unas vesículas de aire que les permiten subir a la superficie del agua, ya que necesitan luz solar para hacer fotosíntesis. Nosotros encontramos una tecnología holandesa que consiste en una boya que, por un lado, brinda un monitoreo automático del estado del agua y, por otro lado, emite un ultrasonido que rompe la vesícula de las cianobacterias. Y sin ella, no pueden flotar y no pueden obtener la luz solar que necesitan para vivir”.
Para Mariel Bazzalo, una estrategia de mitigación que ayudaría a disminuir la entrada de nutrientes al río es la restauración de las márgenes. “Si logramos devolver la vegetación nativa a las márgenes, se podría reducir el ingreso de nutrientes en las aguas y disminuirían las floraciones. La restauración ecológica es importante y en la CARU estamos empezando a trabajar en ese tema. Tenemos un vivero de plantas nativas y hemos colaborado en algunos trabajos de restauración en Paysandú, con el apoyo de la Intendencia y de la Universidad de la República de Uruguay. En Argentina y Uruguay estamos en una fase muy inicial en el tema de restauración, a diferencia de otros países, como Brasil, Colombia y México, que están más avanzados”.
Todos estos remedios, no obstante, no son más que paliativos. Si bien son importantes, al igual que las medidas de adaptación, como el ciano-semáforo, deben ser acompañados por una gestión integral de la cuenca del río Uruguay. Esto implica trabajar a una escala mayor que involucra a muchos otros sectores. Y ahí es donde empiezan los problemas. “Independientemente de que existan tecnologías y estrategias que ayuden a reducir la problemática de las cianobacterias en sitios puntuales, es necesario trabajar a escala de cuenca: como lo están haciendo en otros países, en otras latitudes y que todavía acá cuesta un poco más, porque hay temas jurisdiccionales e incluso se involucran varios países. Esa es una dificultad que tenemos. Pero es la medida de fondo que se requiere y que está universalmente discutida y sugerida”, señala Bordet.
Hoy en día, la presencia de organismos en los cursos de agua afecta el acceso al agua segura de millones de personas en todo el mundo. Se trata de un problema de salud pública que muchas veces es desatendido por las instituciones que deben asegurar el derecho humano al agua segura. No solo en virtud de cumplir ese derecho, sino también para asegurar el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible vinculado al agua limpia. La Agenda 2030 reconoce que, sin agua limpia, no hay desarrollo. Por esto, ha incorporado un objetivo específico, el ODS 6: Agua Limpia y Saneamiento. Y una de las acciones clave para asegurar el cumplimiento de este objetivo es llevar adelante una gestión racional de los sistemas de agua dulce para garantizar a todas las personas el derecho al agua segura.
Si bien se trata de un problema complejo, existen opciones para abordarlo y muchas personas están trabajando para implementarlas. Pero la clave es trabajar a nivel causa: las floraciones de cianobacterias tienen que ver con un modelo industrial, de uso del suelo y de explotación de recursos naturales que, invisible pero incesante, atenta contra la salud de la vida en el planeta. A partir del reconocimiento del problema de fondo, las sociedades lograrán empoderarse y luchar en favor de ese derecho que hoy está siendo vulnerado. Porque lo que está en juego es la salud y, con ella, el futuro.
Nota: este reportaje recibió mención de honor en el concurso realizado en el marco del Curso sobre Agua, ODS y Cambio Climático, organizado por LatinClima y GWP, con apoyo del Programa Arauclima de AECID.