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Bernal Herrera: “Para conservar la biodiversidad se necesita una acción científica colaborativa con impacto social”
En noviembre del 2021, tuvo lugar en Costa Rica el I Congreso Científico de Biodiversidad y Conservación, organizado por el Instituto de Conservación y Manejo de Vida Silvestre de la UNA y las universidades de Costa Rica, la Universidad Estatal a Distancia, Instituto Tecnológico de Costa Rica y Universidad Técnica Nacional en conjunto con el Centro Científico Tropical y la Comisión para el Manejo de Ecosistemas de la UICN.. El encuentro reunió a representantes de la academia, gobierno y sociedad civil en un espacio de intercambio de conocimiento e investigación en el tema.
Bernal Herrera-Fernández, presidente del Comité Científico y académico del Instituto Internacional para la Conservación y Manejo de la Vida Silvestre (UNA), comentó sobre el papel de ciencia para una conservación efectiva de la biodiversidad.
¿Qué tan grave es la pérdida de biodiversidad?
Es muy probable que estemos enfrentando pérdida de biodiversidad dentro y fuera de las áreas
protegidas. Sin embargo, se requiere de sistemas de monitoreo y evaluación que permitan comprender estas tendencias, su magnitud e implicaciones en la gestión de la política pública. En el caso del sistema de áreas protegidas, se necesita una mayor información sobre su efectividad; es decir, si está cumpliendo su principal objetivo, que es la conservación de la biodiversidad.
El Congreso nos confirmó que se requiere un mayor énfasis y atención en enfoques de investigación a escala de sistema. Existen retos tanto en el manejo como en la investigación, no solamente en temas biofísicos, sino también temas relacionados con la gobernanza. Esto es de particular importancia en los ambientes marinos y costeros.
¿Cómo generar el conocimiento que se necesita?
Se requiere de un proceso de priorización de las preguntas de investigación. Esta priorización debe enfocarse en temas clave relacionados con la conservación y el manejo de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos. Para lograrlo, es importante realizar un mayor esfuerzo de articulación de recursos y participación de la academia para atender dichas prioridades.
Asimismo, es vital establecer una diferencia clara entre la investigación en biodiversidad y la investigación para la conservación. Un tema de especial interés en el Congreso fue el ámbito marino-costero, donde se identificaron serias carencias de gestión, agudizadas por la falta de información científica, tanto biofísica como socioeconómica.
Una tarea pendiente relativa a los instrumentos de política pública; por ejemplo en la agenda agroambiental, es direccionar las investigaciones necesarias para su implementación a partir de criterios científicos.
Este no es un trabajo aislado, debido a lo cual son necesarios nuevos e innovadores mecanismos para propiciar el trabajo colaborativo entre las universidades, la sociedad civil y los tomadores de decisión. Se necesitan espacios formales que establezcan estas prioridades de información tanto de los generadores de información como de los usuarios.
En el Congreso desarrollamos un proceso que está permitiendo definir estas prioridades de investigación para mejorar la política pública en torno de la conservación de la biodiversidad.
De igual forma, necesitamos que estos insumos permeen en los usuarios, lo cual conlleva a fortalecer mecanismos formales para mejorar la transferencia de información desde las universidades.
Este modelo propiciaría la investigación interdisciplinaria y transdisciplinaria y también una mayor integración del conocimiento tradicional y de diferentes actores, incluyendo indígenas y mujeres, en el diseño de la investigación misma; por ejemplo, mediante la ciencia ciudadana.
¿Cuál debe ser el papel de las universidades?
En el Congreso coincidimos en la necesidad de trabajar en algunas debilidades y vacíos en la formación de profesionales de las ciencias de la conservación, que son muy relevantes de cara a la acelerada y dinámica crisis ambiental que vivimos y que tienen que ver con aspectos como el diseño de las investigaciones, las estrategias para la publicación de artículos científicos y la búsqueda de recursos financieros.
Los participantes pusieron en la mesa la necesidad de desarrollar una ciencia propia latinoamericana que contemple otros enfoques.
En la formación y el quehacer de los profesionales, la transdisciplinariedad es crucial para garantizar un abordaje participativo que ayude a comprender colectivamente las interacciones socio-ecológicas.
¿Cuáles serían los beneficios de generar este conocimiento?
Las transformaciones que sufren los ecosistemas del país requieren aún más la atención de la investigación. Es probable que estas transformaciones puedan tener incidencia en la salud humana y otros impactos como el incremento de especies invasoras. Esto es exacerbado por el cambio climático y la contaminación proveniente de diversas fuentes humanas.
Hay un llamado urgente a la adaptación frente al cambio climático y la investigación en este tema, que nos permita identificar cuáles estrategias son efectivas para afrontarlo.
Existe información inequívoca sobre los efectos del cambio climático en ecosistemas terrestres y estos efectos se sentirán por los próximos 30 años, pero se requiere una mayor información sobre los efectos e impactos en la biodiversidad de este cambio y sus sinergias con otras amenazas para diseñar estrategias adecuadas de adaptación.
Lo anterior debe ser impulsado por condiciones habilitadoras a nivel de política pública, como la armonización y la transversalización de la biodiversidad, para lograr un mayor impacto de la investigación.
Finalmente, es necesario clarificar algunos impactos en la biodiversidad aún desconocidos; por ejemplo, amenazas como el uso y la disposición inadecuada de plásticos, las aguas residuales y la contaminación en aguas continentales y ámbitos marino-costeros, que son exacerbadas por el cambio climático.
¿Cómo lograr ese impacto social?
Es vital asociar la salud de los ecosistemas/biodiversidad con el bienestar de las sociedades, especialmente para la toma de decisiones en diferentes escalas.
Debemos reconocer hoy más que nunca que los sistemas naturales son la base de los sistemas humanos gracias a la biodiversidad y los servicios proveen. El establecimiento de esta asociación no solo permite un mejor proceso de toma de decisiones, sino también apoyo en el desarrollo de nuevos paradigmas culturales hacia la sostenibilidad.
Detener la pérdida de la biodiversidad requiere de un análisis sistémico en las investigaciones para impulsar cambios sociales transformadores e inclusivos. El conocimiento y la educación han probado ser elementos transformadores de las sociedades hacia sistemas más prósperos.