Noticias
Comunidades afrocolombianas impulsan la paz con la naturaleza
El proceso de paz en Colombia no solo tiene que ver con conflicto armado sino también con medio ambiente. El país posee el 52% de su territorio bajo cobertura forestal, conservada en buena parte debido al mismo conflicto, que frenó por muchos años el avance de la frontera agrícola.
Sin embargo, la firma del Acuerdo de Paz también ha generado una especulación de tierras en zonas anteriormente asociadas al conflicto armado, como la quema del bosque para desarrollar actividades como la ganadería extensiva.
“El proceso de paz ha traído vacíos de poder de actores que se establecen con el consiguiente riesgo de deforestación”, afirmó José Julián González, del Sistema de Monitoreo de Bosques Carbono del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).
Es así como la deforestación en el país avanza a pasos agigantados en áreas específicas como la Amazonía; tanto, que esta aumentó 23% entre 2016 y 2017. Se pasó de 178.597 hectáreas deforestadas en 2016 a 219.973 hectáreas deforestadas al año siguiente, según datos del Ideam.
No obstante, en regiones como el Pacífico y el Caribe la deforestación tuvo un descenso, generando esperanza.
Precisamente en el municipio colombiano de Acandí, ubicado en el extremo norte del departamento del Chocó, al noroccidente de Colombia, familias afrocolombianas nativas y residentes en la cuenca del río Tolo y en la zona costera sur del municipio, unidas en el consejo comunitario de COCOMASUR, están haciendo la diferencia.
COCOMASUR es uno de los 9 consejos locales integrados por comunidades afrocolombianas que en el 2005 lograron un título de propiedad colectivo, recuperando parte de sus tierras ancestrales luego de que en los años 90, al agudizarse el conflicto armado, se vieran desplazados.
Ahora están abocados a planificar y gestionar el territorio según el interés colectivo, en coordinación con las autoridades locales. Una de estas actividades es la conservación y recuperación del bosque de sus tierras, de lo cual también obtienen beneficios.
“Por el rescate de la identidad cultural y el manejo integrado del territorio”, reza la leyenda que destaca junto al colorido logo de COCOMASUR, en la oficina que el consejo tiene en la calurosa ciudad costera de Acandí.
A una hora por camino de lastre alejándose de la costa rumbo al interior, se encuentra la modesta comunidad de Peñaloza, donde viven 86 familias de las 480 que conforman COCOMASUR.
Muy cerca de ahí está el Corredor de Conservación Chocó-Darién, que forma parte de una de las regiones de mayor diversidad biológica del planeta, compartida entre Panamá y Colombia.
Es en ese escenario que se desarrolló el primer proyecto en el mundo que generó créditos de carbono gracias a la protección del bosque en un territorio colectivo. Se trata de una iniciativa de reducción de gases de efecto invernadero causadas por la deforestación y degradación de los bosques, la conservación y el incremento de las capturas de CO2, lo que se conoce a nivel global como REDD+.
Esto dio lugar a una primera emisión, en 2012, de 104.700 créditos de carbono por cinco años, que fueron vendidos en su totalidad con montos de entre $4 a $7 a compañías, organizaciones e individuos, principalmente a nivel internacional, según lo señaló Everildys Córdoba, Coordinadora de COCOMASUR.
Ahora preparan una segunda emisión más grande de 300.000 certificados de carbono, para la que esperan darle prioridad a empresas colombianas, que ahora están obligadas a pagar un impuesto por sus emisiones.
Los créditos de carbono son comprados por organizaciones o particulares que desean compensar las emisiones de dióxido de carbono equivalentes que generan, por ejemplo, con actividades como el transporte o el consumo de energía a base de combustibles fósiles. Se espera que los compradores sigan primero procesos de reducción de emisiones que permitan que solamente aquellas emisiones que del todo no puedan reducir, sean las que compensen.
Como la deforestación es una de las principales causas en América Latina de emisión de gases de efecto invernadero, que son los que están provocando el calentamiento global, invertir en créditos de carbono ligados al recurso forestal tiene mucho sentido y eso lo sabe COCOMASUR.
Iniciativa pionera
Todo el proceso hasta la venta final de estos créditos se realiza siguiendo rigurosos estándares internacionales y es auditado. La iniciativa de COCOMASUR fue una de las primeras en el mundo en emplear las nuevas metodologías bajo el Estándar de Verificación de Carbono (VCS por sus siglas en inglés) y los estándares comunitarios, de clima y biodiversidad (CCB, por sus siglas en inglés).
COCOMASUR se introdujo en el tema REDD gracias a una alianza que estableció con la empresa privada de servicios ambientales Anthrotec y Fondo Acción en el 2009. Ahora no solo recibe apoyo y contribuye también con numerosas organizaciones dentro y fuera de Colombia, sino que además de temas técnicos forestales, comparte también su vasta experiencia en empoderamiento, organización y liderazgo.
“Cuando hablamos del bosque, para nosotros es la vida porque realizamos ahí todas las actividades desde tiempos ancestrales y para nosotros tiene un significado espiritual”, afirmó Aureliano Córdoba, Representante Legal de COCOMASUR.
En el corredor Chocó-Darién, jóvenes y adultos, hombres y mujeres, recorren y trabajan en los bosques tropicales húmedos del corredor monitoreando, investigando y llevando cálculos sobre el carbono almacenado y la riqueza biológica de la zona. Esta presencia es también importante para afianzar sus derechos sobre la tierra.
Manejan un total de 150 parcelas permanentes y han estimado un total de 90.000 toneladas de carbono fijadas por año, lo cual quiere decir que no se han liberado en la atmósfera debido a procesos de deforestación.
32 de las parcelas están en zonas de potrero porque también miden el carbono que queda en el suelo luego de un proceso de tala; lo que se conoce como zonas de fuga. Los bosques del corredor están rodeados de vastas zonas de potreros, cuyo impacto también hay que monitorear.
Ferney Caicedo, coordinador técnico del proyecto, comentó que ha sido posible medir cómo un 80% del carbono queda almacenado en el bosque y solamente un 20% en el suelo de un potrero, por lo que no cabe duda de dónde está la mayor riqueza.
Las actividades de COCOMASUR no solo permiten proteger 13.465 hectáreas de selva tropical en el Darién, sino también beneficiar a su comunidad con los ingresos que reciben por los créditos de carbono y otras actividades que realizan y proyectan, entre las que destaca el turismo.
“Tan importante es una obra comunal como enviar a uno de los jóvenes de la comunidad a estudiar y prepararse”, señaló Córdoba.
Lo que COCOMASUR hace trasciende las fronteras regionales e incluso nacionales. La iniciativa es punta de lanza dentro de la Estrategia Integral de Control a la Desforestación y Gestión de los Bosques de Colombia; es decir, la estrategia REDD del país, apoyada también por el Programa ONU REDD y que a su vez forma parte integral de los compromisos climáticos de este país sudamericano frente al Acuerdo de París.
También es la esperanza de que no obstante la gran deforestación que está sufriendo Colombia luego del conflicto armado, pueda servir como modelo para otras zonas y comunidades, revirtiendo esta situación y generando beneficios; una paz con la naturaleza que el país aún debe alcanzar.