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COP27: una cumbre que abordó los síntomas de la crisis climática pero no sus causas
La cumbre climática COP27 fue una de las más largas y complicadas, terminó finalmente el domingo 20 con la aprobación de un fondo de compensación para pérdidas y daños causados por el cambio climático. Esta reunión climática de Naciones Unidas, en la que casi 200 países se sientan a la mesa, comenzó a abordar los síntomas de la crisis climática —algo tan importante para los países del Sur Global y particularmente para los más vulnerables, que poca responsabilidad histórica y presente tienen sobre ella—, pero hizo poco por abordar sus causas. La influencia de los combustibles fósiles y de los Estados que la apoyan se sintió cada día en los pasillos y en muchas salas de negociación, e incluso se puso de manifiesto en el texto final.
India, Colombia, los Pequeños Estados Insulares (AOSIS, por sus siglas en inglés), la Asociación Independiente de América Latina y el Caribe (AILAC), la Unión Europea, Dinamarca, España, Francia, Tuvalu y Vanuatu, entre otros, fueron claros y vocales: el texto final de esta COP27 debía incluir referencias a la eliminación gradual de todos los combustibles fósiles. La pelearon hasta el último minuto. Pero, no fue posible. En cambio, lo que se incluye son menciones a la energía “baja en emisiones” junto a las renovables como las fuentes energéticas, lo que —por su propia indefinición— potencialmente podría usarse para justificar nuevos desarrollos fósiles, contrariamente a lo que dicen el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), órgano científico-climático de Naciones Unidas, y la Agencia Internacional de Energía.
Un año atrás, en el Pacto de Glasgow que surgió de la COP 26, los países hicieron un llamado a reducir gradualmente el carbón. No expandir ese texto para incluir otras fuentes fósiles en esta cumbre implica no necesariamente un paso atrás, pero sí que no se dio un paso adelante en lo que a reducir emisiones se refiere. Punto para abajo para la ambición. A ello se suma que, en el texto final de esta COP, la meta de no superar 1,5°C de calentamiento global para fin de siglo se relegó a la sección “Ciencia”, cuando hace 12 meses se incluyó en “Mitigación” junto a las soluciones a la crisis climática.
Dicho esto, no se puede dejar de subrayar el hecho de que, por primera vez, muchos países están alzando la voz en favor de la descarbonización de las economías globales. Es de esperar que este pedido crezca en volumen y potencia de cara a la próxima cumbre climática.
Victoria del Sur Global
Y esta no es la única razón para celebrar que nos llevamos de esta COP. La más importante para el Sur Global y, en particular, para los países más vulnerables: la creación de una estructura de apoyo financiero para Pérdidas y Daños, un reclamo histórico de quienes peor se ven afectados y menos contribuyen a la crisis climática. Es un logro que parecía impensable hace sólo 15 días, principalmente, por la fuerte oposición de Estados Unidos y la Unión Europea. Y en lo que mucho tiene que ver el frente unido que, en todo momento de esta discusión, presentaron los países del Sur Global, con el G77, AOSIS y AILAC a la cabeza.
El acuerdo logrado no es perfecto, pero sí responde a las demandas de los países en desarrollo. Como primer paso, decide la creación de un Comité de Transición (compuesto por representantes tanto del Norte como de las diversas regiones del Sur), que deberá reunirse por primera vez antes del 31 de marzo próximo y llegar a la COP 28 (por realizarse del 30 de noviembre al 12 de diciembre en Emiratos Árabes Unidos) con una hoja de ruta para operativizar el fondo. Entre las cuestiones que serán importantes el año que viene se incluyen la reevaluación de quienes aportan y quienes reciben dinero. También, y esto debería tener lugar en el más alto nivel, un debate sobre la definición misma de desarrollo y la reforma de los sistemas financieros.
Un dato importante para dimensionar este problema y entender lo importante de esta decisión: los costos derivados de los eventos meteorológicos extremos superan los 200.000 millones de dólares anuales.
La Presidencia de esta COP dijo que sería una campeona de la financiación con el foco en la implementación. Aun así, el dinero no llegó. Los países ricos aún no entregaron los 100.000 millones de dólares anuales que prometieron, algunos de los puntos de la agenda sobre futuros acuerdos de financiación no aportaron lo necesario, lo que es todavía más decepcionante porque, en la última reunión del G20 este mes, los líderes acordaron “aumentar urgentemente la ambición de mitigación y adaptación”, centrándose también en la financiación de Pérdidas y Daños. Los países ricos no entendieron que estas crisis son razones para acelerar la acción, no para romper las promesas una y otra vez.
Sin embargo, una buena noticia en esta COP fue la reforma para hacer más justo y adecuado a su finalidad al sistema financiero internacional viene ganando impulso, e incluso obtuvo cierto reconocimiento en el texto final de la COP 27. Francia, Kristalina Georgieva, la brasileña Marina Silva y el negociador de la Unión Europea Jacob Werksman se incluyen entre quienes apoyan esta iniciativa. Conocida como la Agenda Bridgetown, su campeona, la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, tendrá una propuesta concreta antes de febrero para presentarla en las reuniones de primavera del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. En junio, se hará una cumbre sobre este tema en París, donde la prioridad urgente será apoyar esta propuesta y ponerse a trabajar en una reforma estructural del sistema financiero.
¿Quién paga y quién se beneficia?
Es mucha el agua que pasó debajo del puente desde que, en 1992, se estableció la definición de países desarrollados y en desarrollo. Y hay países cuya condición actual desafía la categoría entonces alocada. China e India son dos ejemplos claros porque se convirtieron en grandes emisores. Esto es algo que la Unión Europea y Estados Unidos trajeron a diversas mesas de negociación durante esta COP27. ¿El objetivo? Que se amplíe la base de aportantes de fondos para la acción climática, en reconocimiento de las circunstancias presentes de los países. China y los petroestados árabes, en cambio, quieren que se tenga en cuenta el equilibrio histórico. Muchos otros dan lugar al llamado, pero no dejan de apuntar a la hipocresía del reclamo: la Unión Europea y Estados Unidos están queriendo que otros paguen cuando ellos todavía no hicieron honor a las promesas de financiamiento climático que hicieron hace más de una década. Este es un círculo que va a tener que cuadrarse en los próximos años.
A pesar de ser anunciada como la “COP africana”, en esta cumbre no se generó suficiente financiación nueva para los países vulnerables —dejando mucho por hacer en 2023—. Se instó a los países a aumentar la financiación de la adaptación, pero no a duplicarla.
Por otro lado, los 636 lobbistas fósiles y los directores generales de BP, Shell, Total y Occidental, que se pasearon por los pasillos de esta COP deseosos de mostrar sus credenciales verdes, llegaron por una razón: la transición energética tiene un impulso imparable y representa una amenaza clara para sus negocios. Es probable que en la COP 28 la industria y sus patrocinadores estatales sigan afirmando su influencia en el proceso. Y, claro, la desinformación va a seguir siendo una herramienta clave en sus operaciones
A pesar de todo esto, el limitado número de acuerdos sobre energía “sucia” que se hicieron en la COP27 fue superado por los acuerdos sobre energías limpias. Las renovables son ahora más baratas que las fósiles en ⅔ del mundo, incluyendo economías emergentes como Brasil, Argentina, Colombia, Chile, Perú, Sudáfrica, Kenia, India, Tailandia, Vietnam y Filipinas. La inversión en la transición aumentó un 25% hasta superar los 708.000 millones de dólares este año a pesar de la crisis económica.
Cero tolerancia al Greenwashing
Otro aspecto importante es que las empresas tendrán que responder a las nuevas normas de Naciones Unidas sobre el cero neto y garantizar que sus planes reducen las emisiones, y no las esquinas, si quieren ser una parte creíble de la respuesta global a la crisis climática. Habrá “tolerancia cero para el greenwashing”, enfatizó Antonio Guterres. Ya se convocó un nuevo grupo de trabajo para avanzar en la regulación de los compromisos de las empresas con el cero neto en los países de todo el mundo. Esto es vital para la credibilidad y eficacia de estos compromisos.
Los riesgos de litigio también están aumentando rápidamente para los gobiernos y las empresas que no cumplen con el Acuerdo de París. Ha habido más de 2000 casos climáticos que ya sentaron un precedente legal. Los casos en curso abarcan cuestiones como las metas climáticas ineficientes, la contaminación ambiental, las violaciones de los derechos humanos y el greenwashing, entre otros. Estos están demostrando que la acción climática es un deber legal, no una opción voluntaria.
Otro tema relevante de esta COP fueron los derechos humanos. La Presidencia de la COP27 estuvo bajo presión constante por su enfoque de derechos humanos. La conexión entre el espacio cívico y la acción climática se puso de relieve y la lucha por el aumento de la libertad en Egipto continuará mucho después de que termine esta cumbre.
Esta cumbre dejó clara la enorme montaña que el mundo tiene que escalar para lograr la transición global. Lo bueno: hay una mayor comprensión de lo que debe ocurrir a continuación, tanto dentro como fuera de este proceso. Será muy necesario que haya determinación para lograr esta agenda y que los líderes mundiales aprovechen al máximo los nuevos acontecimientos geopolíticos que van en esta línea, como el regreso de Brasil a la escena mundial y el acercamiento climático entre Estados Unidos y China.