Noticias
Nicaragua: Abejas cambian la vida de las familias rurales de León
![](/sites/default/files/styles/articulo_nodo/public/articulos/img_9952.jpg?itok=mR7W-3rR)
A 25 km de la ciudad de León se encuentra la comunidad Miramar, ubicada detrás del Volcán Cerro Negro en el Área Protegida Pilas – El Hoyo. Allí vive Fernando Rueda, un joven de 27 años que ha encontrado en las abejas y la miel los recursos para cambiar la vida de su familia
La zona es propicia para la cosecha de miel debido a su vegetación diversa con buena floración, que atrae a las abejas. Las plantas más comunes en la zona son los arbustos y árboles como el sardinillo o flor amarilla, el jícaro y el cortez.
Hace 3 años descubrió su amor por las productoras de miel: “a mí me encanta trabajar con las abejas, aunque cada vez que vengo (a las colmenas) ellas me pican”. Por las mañanas trabaja en una zona franca en las afueras de León y al final de las tardes se dedica a sus “colmenitas”.
Al inicio, el trabajo con las abejas lo vio difícil, con el tiempo fue dominando todo y ahora le resulta fácil, “he aprendido a usar la espátula, el ahumador, el extractor y todo sobre el manejo de las abejas, las que nos dejan buenos ingresos que han mejorado nuestras vidas”.
Con las ganancias generadas, ha podido comprar una cabeza de ganado, poner sus propias colmenas, reparar su casa y sostener los estudios de sus hijos.
Don Apolonio Calero es el presidente de la Cooperativa Los Maribios, donde Fernando es asociado. Tienen 4 años de estar trabajando con la miel y actualmente cuentan con el apoyo del Proyecto Crecimiento Económico, financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
Este Proyecto, ejecutado por la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES), Amigos de la Tierra y Fundación LIDER, impulsa el desarrollo económico sostenible de las familias rurales de las reservas naturales de León y Chinandega.
“Hace 4 años iniciamos con una inversión de 2,700 dólares (préstamo) y 20 colmenas, ahora tenemos 12 apiarios con 150 cajas y seguimos creciendo”, dijo Calero muy entusiasmado.
La cantidad de colmenas por apiario está relacionada con la calidad y cantidad de la flora apícola de la zona, el tiempo de floración, factores climáticos y capacidad de trabajo (recurso humano, equipamiento y transporte).
En el caso de la Cooperativa Los Maribios, sus apiarios están compuestos por 10 a 31 colmenas, las que necesitan 50% de sombra y 50% de sol, disponibilidad de agua y alimento en la zona, buena base de soporte y, por supuesto, estar ubicados lejos de casas y escuelas.
Isidro Alvarado Hernández es otro socio de la cooperativa, lleva 3 ciclos de cosecha y asegura que para trabajar con las abejas tienen que gustarte sus picaduras.
Muchos de los socios se dedican a sembrar, al ganado y a la miel. Hernández solo se dedicaba a sembrar maíz, frijoles, trigo y ayote. Ahora combina la agricultura con la apicultura.
Sayda Aguilar de ECODES explicó que desde el 2016 han estado “fortaleciendo el nivel organizativo, administrativo y de producción de 3 cooperativas en León, dándoles acompañamiento y capacitaciones técnicas, mejorando sus equipos e insumos para el manejo de apiarios”.
La cosecha de miel
Fernando e Isidro alistan la carreta de bueyes que traslada el equipo al caer la tarde. Don Apolonio y dos muchachos, Pablo y Medardo Hernández, se suman a la faena. Esta debe ser de noche porque las abejas se alborotan y se estresan menos.
En el apiario, frente al Cerro Asososca, los apicultores se ponen sus trajes para evitar los piquetes de abejas, aunque siempre reciben entre 10 y 20 picaduras, de las que ya están acostumbrados.
Cada uno trabaja arduamente por las siguientes dos horas. Fernando trabaja con el ahumador para espantar a las abejas, Isidro con la espátula saca la miel, Apolonio limpia las láminas, Pablo acarrea la miel hacia el extractor y Medardo la extrae y llena los baldes.
Fueron 9 colmenas (de 15) las que se cosecharon esa noche, obteniendo 4 bidones de miel, los que deberán limpiarse para su posterior comercialización.
Los lugareños, que vivían de la venta de leña o se dedicaban al monocultivo, ahora tienen ingresos que redondean los ocho mil dólares por cosecha, la que inicia en el mes de octubre y recogen en los meses de diciembre hasta marzo.
Actividad de bajo impacto ambiental sufre por el cambio climático
Dedicarse a la crianza de abejas implica ayudar al medio ambiente, ellas juegan un papel muy importante en la polinización, lo que permite la conservación del área protegida.
A pesar de su bajo impacto ambiental, la actividad apícola sufre los efectos del cambio climático. “La deforestación, las quemas, la disminución en la disponibilidad de floración y el cambio de fecha del período que permanecen abiertas las flores, obliga al productor a alimentar a las abejas por más tiempo”, señaló Aguilar.
El rendimiento productivo de la Cooperativa Los Maribios ha sido variada. Cuando la floración está buena, la colmena da entre 40 a 50 kg, pero en tiempos de baja floración es de 12 kg. Actualmente cada colmena produce 25 Kg de miel.
El ciclo 2015 – 2016 fue muy duro para las abejas y los apicultores, según detalló Alvarado; hubo mucho viento que botó las flores y la producción del que llaman el “oro líquido”, fue muy baja.
Durante el 2017
Aunque diversos factores ambientales han afectado las colmenas, Aguilar considera que en este ciclo 2016 – 2017 “la recolección de miel de las 3 cooperativas será mayor a los 2,400 kg”.
ECODES, con fondos de la Cooperación Española, lleva a cabo actualmente un estudio de floración apícola con la UNAN - León, para identificar especies que pueden aprovecharse y reproducirse; así como un Curso Técnico Apícola en colaboración con Swisscontact, certificado por el INATEC. También construirá un local para el resguardo de equipos, acopio y preparación de la miel.