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Adaptación al cambio climático del sector agropecuario en América Latina requiere un enfoque integral y mayor participación
Es evidente que el cambio climático está afectando al sector agropecuario y pesquero en América Latina y a sus múltiples retos como la productividad, la inclusión y la competitividad. Las tierras agrícolas, los pastos y los bosques se ven progresivamente expuestos a las amenazas derivadas de la variabilidad climática y del cambio climático. Muchos países sufren los impactos en forma de lluvias irregulares e impredecibles, mayor incidencia de tormentas y sequías más fuertes o prolongadas. El cambio de las condiciones meteorológicas genera también la aparición de plagas y enfermedades en cultivos y animales domésticos.
Las comunidades rurales en entornos frágiles -llanuras aluviales, cordilleras, costas, corredores secos- se enfrentan al riesgo de pérdida de cosechas y de productos de la ganadería, pesca y forestales, así como a la reducción en la disponibilidad de los recursos naturales. En estas situaciones, las poblaciones vulnerables como mujeres, jóvenes, personas adultas mayores y comunidades indígenas, entre otras, pueden ser las más afectadas. Por su parte, el cambio climático amenaza con menoscabar los logros del desarrollo y frenar el avance en la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en especial aquellos relacionados con el fin de la pobreza (1), hambre cero (2), producción y consumo responsables (12), acción por el clima (13), vida marina (14) y vida de ecosistemas terrestres (15), entre otros.
El cambio climático es, por lo tanto, un desafío mundial que requiere la adopción de medidas integrales e intersectoriales, en particular en los sistemas agroalimentarios. Estas medidas deben adoptarse tomando plenamente en consideración las metas y los acuerdos internacionales, tales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo y el Acuerdo de París. Asimismo, han de basarse en las dimensiones económica, social y ambiental del desarrollo sostenible.
La adaptación de los sistemas agrícolas, pecuarios y pesqueros al cambio climático es esencial para la conservación y gestión sostenible de la biodiversidad y los recursos naturales en general, la mitigación de la pobreza y la seguridad alimentaria y nutricional. Los diferentes actores involucrados están movilizándose para responder a los impactos de un clima cambiante. Particularmente, los ministerios de agricultura de los países están llamados a trabaja de forma activa para asegurar que los instrumentos de política pública como planes nacionales y planes sectoriales de adaptación proporcionen un ambiente propicio para estimular la adaptación.
Es así como la planificación de la adaptación del sector agropecuario al cambio climático debe considerar las vulnerabilidades, los impactos, los daños y pérdidas, la disponibilidad de recursos naturales, biodiversidad y servicios ecosistémicos, las capacidades institucionales y organizativas y los contextos socioeconómicos específicos de cada región y cadena de valor. Un reto para la mayoría de los países sigue siendo la integración de la información científica, proyecciones y modelos de impacto del cambio climático en los procesos de diseño y planificación de instrumentos de adaptación. Así, el fortalecimiento de las capacidades institucionales es prioritario para comprender las implicaciones del cambio climático en la agricultura y la aplicación de estrategias adecuadas de respuesta en los planes sectoriales.
La adaptación del sector agropecuario y pesquero al cambio climático abarca la identificación, diseño, puesta a prueba, demostración y divulgación de buenas prácticas y tecnologías agrícolas, pecuarias y pesqueras que contrarresten las cambiantes condiciones climáticas. Para asegurarse de que tales medidas se pongan en acción a nivel nacional, local y comunitario, deben integrarse en las bases de datos disponibles, insertarse en el saber de las instituciones públicas y actores privados y de la sociedad civil y diseminarse mediante el trabajo de los proveedores de capacitación, asistencia técnica y de otros servicios como insumos, crédito y seguros.
En la actualidad, existe gran cantidad de conocimientos sobre prácticas innovadoras y tecnologías sostenibles para fomentar un mejor manejo de los medios de vida y los recursos naturales asociados. El ajuste de estas prácticas al contexto de los impactos actuales y futuros del cambio climático es esencial. Las prácticas de adaptación agropecuaria y pesquera pueden incluir conservación y recuperación de suelos, gestión del recurso hídrico con tecnologías de cosecha de agua de lluvia, de reservorios y de riego, enfoques de Adaptación basada en Ecosistemas (AbE), Adaptación basada en Comunidades (AbC), uso de conocimientos y prácticas ancestrales y tradicionales, sistemas de alerta temprana de sequías, inundaciones y plagas, prácticas de pesca y acuicultura, fortalecimiento de las cadenas de valor, participación en la acción por el clima de mujeres jefas de hogar, indígenas, jóvenes y personas en situación de vulnerabilidad, acceso al crédito para la adaptación, seguros asociados al riesgo climático, mayor variedad genética y semillas adaptadas y resilientes, entre otras.
La implementación de medidas de adaptación en los sistemas agroalimentarios requiere de datos científicos y pruebas objetivas, así como de la colaboración con las personas productoras para poner en práctica y sistematizar los resultados, con miras a diseminarlos y facilitar la replicabilidad de los casos exitosos. La ampliación de una tecnología nueva puede requerir de financiación, el cierre de la brecha digital, aceptación social y una gobernanza e instituciones sólidas.