Blog
Clima caliente en Salvador
Dos semanas antes había mucha incertidumbre. Parecía que el evento tenía pocas posibilidades de éxito.
El primer día, cuando llegué, pude darme cuenta de la magnitud de la reunión: alrededor de 4.000 personas de toda la región y de otros países del mundo participaron en la Semana del Clima de América Latina y el Caribe. Este número superó por mucho la reunión anterior, que tuvo lugar hace un año en Montevideo y que contó con una presencia estimada de 800 participantes. Si bien Brasil siempre tiene grandes convocatorias, pienso que la razón de la abundante asistencia está en la necesidad de los latinoamericanos de, más que nunca, conocer, aprender y expresar sus ideas sobre el clima. La gente no solo quería encontrarse a un nivel técnico sino también emocional. Especialmente, los brasileños tenían que expresar sus emociones, que están a flor de piel, sentir y ver en los ojos de los demás la confirmación de que vale la pena insistir en el camino de la razón, la ciencia y la sostenibilidad. No estamos solos.
Aunque el lugar no tuviese la infraestructura ideal, ya que el centro de eventos de Salvador que se está construyendo no estará listo sino hacia fin de año (había sido planificado para albergar a la COP25, que tendrá lugar en Chile tras la decisión del gobierno brasileño de retirarse como sede del evento), es importante elogiar la iniciativa del municipio de Salvador de organizar la Semana del Clima a pesar de las adversidades. Más de 50 debates tuvieron lugar, muchos de ellos con traducción simultánea y, al menos en los paneles a los que asistí, todos de una altísima calidad.
El patio de comidas era el principal punto de encuentro para conversaciones e interacciones y estaba lleno en todo momento. En definitiva, muchas conexiones también se efectúan fuera de los espacios formales, especialmente las más importantes. Y aunque facilitar encuentros haya sido el principal valor de este espacio, se debe hacer una mención especial a los restaurantes presentes, que ofrecieron comidas deliciosas a un costo razonable y, especialmente, sin carne. Nunca voy a olvidar la increíble hamburguesa vegana que comí allí y que me hizo pensar que reducir el consumo de carne de una población mayoritariamente carnívora (de la cual soy parte) es posible.
Financiamiento climático, adaptación, NDC, soluciones basadas en la naturaleza, construcción de capacidades y colaboración en redes, fueron algunos de los temas de los debates. Representantes estatales y no estatales estuvieron presentes, todos expresando sus experiencias y puntos de vista, y estoy segura de que no hay nadie que no haya avanzado en su comprensión sobre la importancia y la complejidad del tema climático. Incluso los representantes del gobierno brasileño se deben haber dado cuenta de que no basta con poner cara de piedra y culpar a las ONG para archivar el asunto.
A mitad de la semana, llegó la noticia sobre el dramático aumento de los incendios en la Amazonía y eso calentó todavía más el debate. Noté que estaban surgiendo varias movilizaciones colectivas para exigirle una acción concreta al gobierno brasileño y para canalizar recursos con el fin de apoyar a las personas que directamente sufren las consecuencias de los incendios. Con esto, identifiqué los tres mensajes clave que me llevo a mi casa de la Semana Climática de Salvador: la importancia de los actores no estatales en la agenda del clima, la necesidad de aumentar la ambición y el compromiso de todos con acciones climáticas concretas, y el estado de emergencia climática de nuestro mundo, tan oportuna y tristemente simbolizado por los incendios.
Me sumo al coro de exigencias de tantas personas en la región y en el mundo: ¡basta de negociar! Ahora es momento de actuar.