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El rostro social del último informe del IPCC
El último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), “cambio climático 2022: Impactos, adaptación y vulnerabilidad” confirma lo que ya veníamos experimentando.
Señala que la evidencia científica acumulada es inequívoca: el cambio climático, además de ser provocado por el mismo ser humano, es una amenaza para su mismo bienestar y la salud del planeta. Y que cualquier retraso adicional en la acción global en mitigación y adaptación hará que se pierda esa ventana de oportunidad que puede asegurar un “futuro habitable y sostenible”.
Algunas pérdidas provocadas por el cambio climático ya son irreversibles, como la extinción del sapo dorado o sapo de Monteverde (Incilius periglenes), en Costa Rica, solo para poner un ejemplo, y otros impactos se acercan a esa irreversibilidad, como los cambios hidrológicos producto del retroceso de los glaciares.
En una región tan vulnerable al cambio climático, como lo es América Latina, las olas de calor, las sequías, las inundaciones y los incendios forestales son algunos de los impactos atribuibles al cambio climático que experimentamos cada vez con más frecuencia e intensidad en la región. Con un aumento en la temperatura media global de 2 grados Celsius respecto de los niveles preindustriales, la seguridad alimentaria de Centroamérica, por ejemplo, quedaría comprometida.
Pero lo valioso del informe no es únicamente la confirmación científica de lo que está sucediendo con emisiones que continúan al alza, sino recordarnos, por un lado, que la adaptación no es una alternativa a la reducción de emisiones, ya que si el calentamiento global continúa, nos enfrentaremos cada vez más a cambios a los cuales el ser humano no se podrá adaptar; que hace falta más investigación científica para ahondar en los impactos y en las estrategias para adaptarnos mejor; y que tampoco toda adaptación es buena, existen también malas adaptaciones, como lo señala el informe, que producen impactos indeseables.
Por otro lado, el informe también resalta es ese vínculo directo que el tema del cambio climático tiene con lo social y lo económico. Porque abordarlo desde una esfera únicamente ambiental o de la ciencia dura, sería ver el tema con una absoluta miopía.
De nuevo entra en escena una América Latina que resalta por su inequidad y pobreza, lo que se ha acentuado con la pandemia, pero también con el cambio climático, que igual no dejó de impactar, aunque se perciba más lentamente. El informe del IPCC es claro en mostrar cómo el cambio climático también ha empobrecido y cómo sus impactos se han nutrido de la pobreza ya existente.
Porque la vulnerabilidad, sin duda, se hace mayor con la pobreza, con los problemas de gobernanza, con los conflictos sociales y la desigualdad de género, con la inseguridad alimentaria y el acceso limitado a servicios y recursos básicos. Es decir, sin justicia social no puede darse un abordaje adecuado de la crisis climática ni una adaptación que resulte verdaderamente eficaz.
Fenómenos meteorológicos extremos, como inundaciones y sequías, y la inseguridad alimentaria provocada por el cambio climático en ecosistemas terrestres y marinos desencadenan también migraciones y conflictos sociales, según el informe. La región Andina, el noreste de Brasil y los países del norte de América Central son las regiones más vulnerables a la migración y los desplazamientos climáticos.
La afectación más grande la cargan sobre sus hombros aquellos grupos más vulnerables, en especial las mujeres, que no solo son víctimas de los impactos, sino que aún luchan por mayores espacios en la toma de decisiones sobre su futuro y el de sus familias.
El informe también deja clara la necesidad de financiamiento para la adaptación. Aunque la financiación mundial para el clima ha aumentado en los últimos años, sigue siendo insuficiente.
Los 100.000 millones de dólares al año, a partir del 2020, que prometieron los países desarrollados para aquellos en vías desarrollo en el marco del Acuerdo de París, sigue estando en el aire. Y según sostiene Edwin Castellanos, uno de los autores del informe, el costo para adaptación en los países en desarrollo se estima más bien en alrededor de los 127.000 millones de dólares anuales.
Si algo evidencia este nuevo informe del IPCC, no son solo los impactos y que tan vulnerables somos y podemos serlo si las emisiones continúan aumentando. También deja clara esa urgencia de conectar las políticas climáticas con las políticas de desarrollo, incluyendo aquellas de combate a la pobreza, si efectivamente queremos lograr un cambio.
Artículo publicado originalmente en el sitio web de la Alianza Clima y Desarrollo, CDKN, el 22 de marzo de 2022, como una iniciativa conjunta.