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Hay que navegar con más fuerza hacia la protección de especies marinas en peligro
El pasado sábado 4 de marzo, más de 100 países miembros de la ONU llegaron a un acuerdo histórico luego de más de una década de negociaciones: crear el primer tratado internacional para garantizar la conservación y uso sostenible de la biodiversidad en aguas internacionales, lo que se conoce como la alta mar.
Se trata de esa área del océano que se encuentra más allá de las aguas nacionales de los países, representa el hábitat más grande del planeta y el hogar de millones de especies.
Tardará su tiempo en entrar en vigor, ya que los países tienen que ratificarlo y hay que crear toda una estructura que lo soporte, incluyendo órganos de tipo técnico y científico.
Sin embargo, es un gran paso adelante tomando en cuenta que estamos hablando de casi dos tercios de aguas fuera de las jurisdicciones nacionales, lo que dificulta su protección.
De ahí que se espera que este tratado facilite la creación de áreas marinas protegidas en la alta mar, honrando el compromiso de salvaguardar al menos el 30% de los océanos para el año 2030, acordado en la pasada COP15 de Biodiversidad, así como que evalúe y detenga el impacto ambiental de las actividades humanas en esta área.
Lo cierto es que las especies no conocen de límites jurisdiccionales. Sucede, por ejemplo, con ballenas, tiburones y tortugas marinas.
Tortuga baula
La tortuga baula o laúd (Dermochelys coriacea), el quelonio marino más grande del mundo, es uno de los casos más dramáticos. Con sus más de dos metros de longitud en etapa adulta, se encuentra en peligro crítico de extinción, principalmente en el Pacífico Oriental Tropical.
Con cerca de 100 millones de años de estar en el planeta, esta especie ha sobrevivido a catástrofes como la que extinguió a sus contemporáneos los dinosaurios.
Su búsqueda de alimento lleva a las hembras a migrar miles de kilómetros mar adentro con el fin de contar con las reservas de energía suficientes para regresar en promedio cada dos o tres años, generalmente a la misma playa donde nacieron, y depositar hasta 80 huevos las siete veces que también en promedio desovan durante la temporada.
De cada 1000 tortuguitas que nacen, solamente una llegará a la vida adulta.
Hoy, la contaminación, principalmente de plásticos, la pesca incidental y el cambio climático han llevado a las poblaciones de la tortuga baula o laúd a la alarmante reducción de hasta el 90% de sus poblaciones en las últimas dos décadas en el Pacífico.
Parque Nacional Marino Las Baulas de Guanacaste
Un ejemplo es lo que sucede en el Parque Nacional Marino Las Baulas de Guanacaste, en el Pacífico Norte de Costa Rica, uno de los principales sitios de anidación de esta especie en el Pacífico, donde actualmente menos de 10 tortugas llegan a desovar en toda la temporada, que va de octubre a marzo.
Hace 30 años llegaban hasta 20 tortugas por noche cada día de la temporada, representando un atractivo turístico que aportaba recursos a las comunidades locales.
El parque sigue existiendo, pero las amenazas se han incrementado, no solo en sus límites, sino mar adentro, impidiendo que el área protegida cumpla a cabalidad con su papel y que existan suficiente tortugas para continuar con la actividad de guiado.
Así como la baula, que no conoce de fronteras terrestres ni marinas, muchas especies marinas están en peligro de desaparecer a menos que realmente se garantice la protección de su hábitat de forma integral, ese que traspasa las fronteras políticas y llega también a la alta mar.
La cooperación internacional, sin duda, es clave y el tratado, importantísimo, pero el tiempo juega en contra y hay que actuar ya a todo nivel para cambiar de rumbo antes de que, para muchas especies, se haga demasiado tarde.
Artículo publicado originalmente el 20 de marzo de 2023 en el blog Creadores de Opinión Verde #CDO, un blog colectivo coordinado por Arturo Larena, director de Medio Ambiente y Ciencia en EFEnoticias y EFEverde