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Un rito milenario de supervivencia

Es febrero en playa Ventanas, en el Parque Nacional Marino Las Baulas de Guanacaste, y lo que pareciera una noche tranquila y sin novedad está a punto de cambiar.

Una luna apenas creciente corona el cielo estrellado con una suave luz, mientras las olas son atizadas por una fuerte y aún cálida brisa marina. Es febrero en playa Ventanas, en el Parque Nacional Marino Las Baulas de Guanacaste, y lo que pareciera una noche tranquila y sin novedad está a punto de cambiar.

Un bulto oscuro de un metro y medio de longitud emerge entre la espuma, sea lo que sea es enorme y avanza lentamente en la arena; tiene caparazón, pero resulta tan suave como si se tratara de piel, una especie de cuero con siete crestas protuberantes a partir del cual, a ambos lados, aparecen unas largas aletas delanteras en forma curveada con las que este misterioso animal se impulsa marcando la arena.

Su cabeza es enorme con un cuello muy grueso salpicado de pintas blancas. Tiene una cola puntiaguda y un par de aletas traseras sumamente anchas con pintas blancas en su parte inferior.

Un par de ojos pequeños y brillosos le dan un aire de dulzura a ese cuerpo gigantesco, acorazado, que pareciera salido del periodo jurásico.

Una tortuga baula hembra del Pacífico Oriental Tropical ha emergido de lo profundo del océano para cumplir con su tarea de desove, una que resulta sublime no solo por el nivel de esfuerzo que representa, sino por su significado.

Es una especie amenazada a nivel mundial y en esta parte del mundo, esa que va desde México hasta Chile por el Pacífico, se encuentra en peligro crítico de extinción debido a múltiples razones, todas relacionadas con actividades humanas.

A finales de la década de los 80 llegaban al parque entre 30 y 40 tortugas por noche durante la temporada, que en el Pacífico Norte de Costa Rica va de octubre a marzo. Hoy esta tortuga es una de las únicamente tres hembras identificadas en el Parque Nacional por investigadores de Kuemar, The Leatherback Trust y personal del parque en lo que va de la temporada 2020-2021.

Décadas atrás, los nidos eran saqueados por comercializadores ilegales de huevos, lo cual ha disminuido desde que fue creado el parque nacional, pero existen otras amenazas como la contaminación por plásticos en las playas y en el mar. Las tortugas confunden las bolsas plásticas con medusas, su principal fuente de alimento y este error les resulta fatal. Como todo es una cadena, con menos tortugas hay más medusas que comen larvas de peces y estos últimos disminuyen.

Las baulas también son grandes víctimas de la pesca de arrastre y del cambio climático. El aumento en la temperatura de la arena hace que a partir de los 29,5°C tiendan a nacer más hembras y con más de 33°C, la mortalidad es casi segura. Las luces brillantes blancas y amarillas, así como las fogatas en la playa, también desorientan a las tortugas complicándoles la tarea de desove, y a los depredadores naturales como mapaches, pizotes y aves marinas, ahora además se suman las mascotas que la gente lleva a las playas de anidación y que destruyen los nidos o atacan a las tortuguitas recién nacidas.

La tortuga que emergió del mar en playa Ventanas sigue avanzando a paso lento buscando el mejor sitio para depositar sus huevos. Se adentra varios metros en la playa y con sus grandes aletas posteriores, que mueve hacia los lados de forma alternada, comienza a excavar profundamente en el sitio que eligió como el mejor, mientras que con una fuerza impresionante arroja grandes cantidades de arena. Una vez abierto el agujero, poco a poco deposita los huevos, son en total 71, muy blancos y blandos, del tamaño de una bola de billar, los cuales se van amontonando. Alrededor de la mitad se convertirán en tortuguitas de unos cinco centímetros, que iniciarán su carrera por la vida sorteando todo tipo de obstáculos en su camino al mar.

Pasará mucho tiempo, el que los científicos llaman los años perdidos, porque nadie sabe qué sucede con las tortugas desde que se van al mar hasta que se convierten en adultas. Y una noche entre 10 y 25 años después, esa pequeña tortuguita que sobrevivió entre mil, regresa como adulta, de forma tan solitaria como se fue, para depositar sus huevos y continuar con el ciclo.

Pueden ser hasta 80 huevos cada una de las siete veces en promedio que cada tortuga desova en la temporada, con una diferencia aproximada de diez días.

Ya los huevos están en el nido y nuestra tortuga de playa Ventanas los cubre muy bien con sus aletas traseras, que utiliza también para compactar la arena al punto de que es casi imposible detectar que en ese sitio a unos 70 centímetros de profundidad existe un nido. Incluso vuelve a cavar en otro punto cercano buscando crear, de forma igualmente dedicada, un nido falso con el fin de despistar a los posibles depredadores.

En unos dos meses aproximadamente, la mitad de los huevos se convertirán en frágiles tortuguitas que, por instinto, se enrumbarán también hacia el mar grabando en su memoria, a cada paso, las características de esa playa para regresar años después como adulta.

Mientras tanto, y luego de un par de horas de labor, la tortuga madre busca nuevamente la ruta hacia al océano, descansando a intervalos, mientras jadea moviendo de arriba abajo su enorme cabeza como reflejo de ese arduo esfuerzo por contribuir a la supervivencia de su especie, una que ha estado en el planeta por 100 millones de años.

No obstante haber sobrevivido a la extinción de los dinosaurios, la tortuga baula, también conocida como laúd en otros países, podría desaparecer si los plásticos siguen llenando playas y mares, si se llevan mascotas a las playas de anidación y se fomenta la pesca de arrastre, si no se cambian las luces brillantes por rojas o más tenues y si no frenamos el calentamiento global.

Puede que nuestra tortuga regrese en otra temporada algunos años después, luego de viajar miles de kilómetros para alimentarse y en el tanto también siga viva. Si es así, podrá continuar desovando no importa si alcanza los 100 años de edad.

Sin embargo, la oportunidad que tiene la baula del Pacífico Oriental Tropical de seguir habitando este sector de nuestro planeta, depende solamente de una cosa: lo que decidamos hacer hoy.

Artículo publicado originalmente en la sección Tinta Fresca del diario La Nación de Costa Rica el domingo 21 de marzo de 2021. Ver original aquí.

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