Género y empleo

mujeres en oficina

Según la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés), actualmente existen 8,1 millones de personas alrededor del mundo empleadas por la industria de la energía renovable. Eso significó un incremento de 5% entre 2015 y 2016.

Solo la hidroelectricidad empleó a 1,3 millones de personas, pero el sector de energía solar fotovoltaica es el mayor empleador con 2,8 millones de empleo creados en manufactura, instalación, operación y mantenimiento de sistemas.

El sector dedicado a la energía eólica contribuyó con 1,1 millones de empleos en el mundo.

“A medida que la transición energética en curso se acelere, el crecimiento del empleo en energías renovables seguirá siendo fuerte. La investigación de IRENA calcula que duplicar la participación de las energías renovables en la matriz energética global para 2030 - suficiente para cumplir con los objetivos mundiales de clima y desarrollo - resultaría en más de 24 millones de empleos en todo el mundo”, señaló Adnan Z. Amin, director general de IRENA.

En su informe anual, IRENA también señaló que la demanda y uso de los servicios de energía no se distribuyen de la misma manera entre hombres y mujeres. “Si bien los hombres suelen beneficiarse más del suministro de electricidad a gran escala, ya sea a través del empleo en la fabricación intensiva de electricidad o de la participación en el establecimiento de la infraestructura, las mujeres están relativamente representadas en lugares remotos donde las mayores demandas de energía son para riego y cocción”, se lee en el reporte.

Sin embargo, y según Melina Campos de Hivos, hablar de mujeres y energía implica hablar de familias y comunidades, porque ellas son las que mueven el día a día desde su labor doméstica. Invertir en mujeres es invertir en familias, ya que ellas comparten los beneficios con los suyos.

Por esa razón, diversos organismos internacionales -entre ellos los bancos- están promoviendo una mayor participación de las mujeres en proyectos energéticos.

Por ejemplo, y según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), una comunidad puede beneficiarse de la construcción y mantenimiento de una planta renovable, ya sea por la generación de empleo como por la renta de los terrenos.

Las mujeres pueden disfrutar de estos beneficios de empleo, pero también de los que la dinamización de la economía trae consigo como un aumento de la calidad de servicios sociales como la fundación de escuelas y hospitales.

Es más, las mujeres pueden ser contratadas en otro tipo de negocios que están indirectamente relacionados con el sector energético porque brindan servicios como es el caso de bancos, restaurantes o supermercados.

Incluso, las mujeres pueden emprender negocios propios que sean complementarios a la actividad energética como ferreterías o venta de repuestos, incluso crear guarderías donde se cuiden a los niños de las mujeres que trabajan en la planta.

Sin embargo, y no se está consciente de la necesidad de participación de las mujeres, estos proyectos energéticos podrían incrementar las desigualdades de género. Por ello se debe garantizar que las mujeres participen en las consultas previas al diseño del proyecto.

Garantizar su participación pasa por una serie de normas sociales y culturales, por lo que la metodología de la consulta debe diseñarse para que considere estos aspectos y así sea inclusiva. El BID, en su informe “Género y energías renovables: energía eólica, solar, geotérmica e hidroeléctrica”, señala las consiguientes consideraciones:

  • NORMAS DE ENTRADA: algunos proyectos exigen tener un título de propiedad de la tierra para poder asistir a las consultas, lo que limita considerablemente la participación de mujeres. Otro punto es la falta de un documento de identificación. Sin un documento legal de identidad, hombres y mujeres no pueden demostrar que son residentes de la comunidad para participar en las consultas. Este problema afecta mucho más a mujeres indígenas que a otros sectores de la población.
  • NORMAS SOCIALES: en diferentes partes de Latinoamérica, las mujeres no pueden hablar libremente en foros públicos. En el caso de algunas comunidades indígenas, ello podría hasta conllevar la pérdida de su reputación o la censura pública.
  • NIVELES EDUCATIVOS: la mayoría de los proyectos de energías renovables se llevan a cabo en zonas rurales donde viven comunidades apartadas, muchas de ellas indígenas. En estas comunidades, el número de mujeres analfabetas o que solo hablan la lengua indígena es bastante más elevado que el de los hombres de su propia comunidad o que el de las mujeres pertenecientes al resto de la población, lo que puede aumentar la marginación o exclusión de las mujeres de las consultas.
  • JORNADAS DE TRABAJO DIFERENTES Y DIVISIÓN DE TAREAS: las tareas asignadas a hombres y mujeres en la comunidad pueden impedir a las mujeres asistir a la consultas. Por ejemplo, al realizarse en horarios en los que tienen que atender a sus hijos e hijas, preparar la comida o recoger agua.

En este sentido, el BID brinda las siguientes recomendaciones:

  • Celebrar la consulta en horarios en los que no se interrumpan aquellas labores diarias que no pueden dejar de realizarse como, por ejemplo, preparar la comida.
  • Realizar las consultas en lugares donde las personas de la comunidad puedan desplazarse sin problemas, especialmente las mujeres que no tienen recursos para ello.
  • Facilitar el cuidado de los niños y niñas durante la celebración de la consulta o permitir que atiendan a las mismas.
  • Emplear un lenguaje adaptado al nivel educativo de las mujeres y los hombres.
  • Utilizar la lengua habitual entre los miembros de la comunidad, que puede ser distinta para mujeres y hombres.
  • Buscar una alternativa a la exigencia de presentar un documento de identificación o un título de propiedad para poder acceder a las consultas. Por ejemplo, se puede solicitar la dirección del hogar o preguntar al resto de vecinos si esa persona pertenece a la comunidad.
  • En el caso de no conseguir la participación de las mujeres durante los procesos de consulta, realizar consultas separadas de hombres y mujeres para que éstas puedan expresarse con más libertad.