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República Dominicana fortalece su apuesta por el gas natural, pero ¿cuáles son los riesgos?
Para algunos, este combustible fósil ya no se considera competitivo para la transición energética porque es susceptible a la coyuntura internacional. Además, sus efectos sobre la crisis climática son indiscutibles ya que, aunque en menor medida que sus pares, emite gases contaminantes a la atmósfera.
En República Dominicana, como en muchos otros países, el gas natural se ha vendido como una de las alternativas más apropiadas para lograr la transición energética, que consiste en pasar de un modelo de generación de electricidad basado en combustibles fósiles a la adopción de tecnologías menos dañinas para el medioambiente como las energías renovables.
Aunque el gas natural es menos contaminante que los derivados del petróleo, también es un combustible fósil que emite gases de efecto invernadero, cuya gran concentración en la atmósfera es la causa del calentamiento global. Por esto su efectividad para enfrentar la crisis climática es altamente cuestionada.
Sin embargo, en los últimos años se ha fomentado en el país caribeño la conversión de varias plantas de generación de electricidad - que operaban con fueloil - al gas natural, y existen varios proyectos para continuar su expansión.
La capacidad instalada pasó de 555 megavatios (MW) en el 2011 a 939.8 en el 2023 y para el 2022 el gas natural dominaba la matriz energética nacional, con una participación de 37.8%.
En la actualidad, los planes del gobierno apuntan a continuar su expansión. De hecho, en diciembre del año pasado el presidente de la República, Luis Abinader, inició la construcción de un megaproyecto valorado en unos 1,750 millones de dólares, considerado el más grande del país y de la región.
La obra, ubicada al noroeste del país, contempla la construcción de dos plantas de gas natural de 420 MW cada una, un depósito de almacenamiento y un gasoducto de unos 7.2 kilómetros.
Además, recientemente el mandatario firmó un acuerdo con su homólogo de Ecuador, Guillermo Lasso, para evaluar la explotación de este combustible en beneficio de ambas naciones.
¿Cuál ha sido el impacto de la transición?
Hasta la fecha, República Dominicana ha logrado transformar más de 800 MW que se generaban con fueloil a gas natural, lo que (según informes oficiales) ha generado “ventajas” económicas y ambientales porque ha contribuido con “una reducción significativa de las emisiones”.
Sin embargo, las emisiones no han disminuido, por el contrario, del 2012 al 2018 (los datos más recientes disponibles) aumentaron, como se evidencia en los reportes del Organismo Coordinador del Sistema Eléctrico Nacional Interconectado.
No obstante, un estudio publicado por la Sociedad Alemana de Cooperación Internacional (GIZ), entidad que lleva a cabo un proyecto de transición energética en el país, indica que la intensidad de las emisiones “ha disminuido ligeramente”, lo que podría atribuirse al cambio hacia el gas natural y al aumento de las energías renovables.
“Entre 2010 y 2018 las emisiones de la subcategoría industrias de la energía se han incrementado un 26.95% y entre 2015- 2018 un 6.43%. La explicación de este cambio en las emisiones se atribuye a los cambios en la mezcla de electricidad. Para el año 2018 se incrementó el uso del gas natural en un 40.46%, respecto al año 2010, siendo el combustible con mayor presencia en la matriz de generación de energía para la República Dominicana en los últimos años”, precisa el documento.
Riesgos de la transición basada en el gas natural
Si bien como evidencian estos datos la transición a este combustible ha permitido reducir la intensidad de las emisiones, su efectividad para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París ha quedado en entredicho, por lo que ahora se está haciendo mayor énfasis en la necesidad de impulsar con más rapidez las energías renovables e incluso otras alternativas.
El estudio “Carbono Cero: La oportunidad, el costo y los beneficios de la descarbonización acoplada de los sectores de la electricidad y el transporte en América Latina y el Caribe”, publicado en 2020 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), señala que los argumentos a favor de nuevas inversiones en gas natural son cuestionables y ya no parecen ser competitivas, por lo que prevé que para el 2050 todas las unidades de este tipo serán descontinuadas.
A esto se suma el impacto de la invasión de Rusia en Ucrania, que provocó escasez y precios “nunca vistos”, según reseña la Agencia Internacional de la Energía (AIE, siglas en inglés) en su informe Perspectivas energéticas mundiales 2022.
“Uno de los efectos de las acciones de Rusia es que la era de rápido crecimiento de la demanda de gas natural llega a su fin (…). Las prospectivas para el gas disminuyen por el aumento de los precios a corto plazo, la rápida expansión de las bombas de calor y otras medidas de eficiencia, el mayor despliegue de las energías renovables y la más rápida adopción de otras opciones de flexibilidad en el sector eléctrico (...)”, señala el documento.
República Dominicana ha sentido los efectos de esta coyuntura. A finales del año pasado el ministro de Energía y Minas, Antonio Almonte, reconoció en una entrevista que el país ha tenido dificultades para conseguirlo y pagar mucho más dinero.
Los registros del Banco Central de República Dominicana (BCRD) indican que entre enero y septiembre del 2022 (cifras preliminares) se importaron más de 18 millones de barriles de gas natural por un valor de 649.482 millones de dólares. En ese período el precio del barril pasó de 28.12 a 43.38, esto evidencia que su costo casi se duplicó.
Ante este contexto, el funcionario indicó que el país tiene que aumentar su capacidad de almacenamiento e incrementar de forma más rápida la generación a partir de energías renovables, que para el 2022 representaban el 16.1% de la matriz energética.
El crecimiento del gas natural, cuya producción, según datos de Statista, se ha incrementado casi 60% durante las dos últimas décadas, se ha ralentizado en las economías en desarrollo, sobre todo en el sur y el sureste de Asia.
También en Europa se han implementado políticas climáticas más estrictas que se alejan del gas. Todo esto hace mella en sus credenciales como “combustible de transición”, refiere el informe de la AIE.
¿Cuál es la mejor alternativa?
El director del Proyecto Transición Energética-Fomento de Energías Renovables para implementar los Objetivos Climáticos en la República Dominicana de la GIZ, Clemens Findeisen, considera que República Dominicana está dando grandes pasos para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y destaca que el país incluso es el líder del Caribe en materia de energía limpia.
Sin embargo, considera que enfocar tanto la transición energética en el gas natural puede ralentizar el camino hacia la meta de tener una matriz con mayor integración de energías renovables, que en el caso del país es que representen el 25% para el 2025.
Otro riesgo o desventaja, agrega Findeisen, es que, como señalamos más arriba, la generación eléctrica puede verse afectada por eventos geopolíticos.
Es por esto que en el país es necesario hacer una mayor integración de energías renovables y explorar otras alternativas existentes.
Con él coincide el presidente de la Academia de Ciencias de República Dominicana, Eleuterio Martínez, quien plantea que, aunque el gas natural es menos lesivo para el medioambiente, la verdadera transición energética es pasar a la energía solar y eólica, para lo cual (dice) existe gran potencial y es a lo que se debería apostar.
República Dominicana tiene capacidad para aumentar la cuota de generación de energías renovables hasta un 44% en 2030, basándose esencialmente en energía solar fotovoltaica, energía eólica y bioenergía, determinó un estudio de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) publicado en el 2016.
Al respecto el director técnico del Consejo Nacional para el Cambio Climático y Mecanismo de Desarrollo Limpio (CNCCMDL, Alan Ramírez Risk, explica que en el país no se ha logrado mayor participación de las energías renovables porque cuando se inició la transición el sistema de transmisión eléctrica no estaba preparado.
“No es automático que tú colocas un panel y vas a inyectar a la red, es un proceso. Eso tomó tiempo y eso es lo que ha retrasado (la transición) …Si eso se hubiese dado de una manera más orgánica tal vez estaríamos más allá del 30 o 35% en energía renovable”, justifica el funcionario.
Ramírez señala, no obstante, que los precios actuales de las energías renovables y la existencia de las tecnologías de almacenamiento permitirán que la transición sea más rápida. Pero a la vez favorece las inversiones en gas natural, alegando que como sus emisiones son “sustancialmente menores” es una acción “climáticamente aceptable”.
Otra alternativa que se ha comenzado a barajar es el hidrógeno verde, que podría ayudar al país a cumplir los objetivos de neutralidad de carbono a largo plazo, según señala el “Análisis Prospectivo de Hidrógeno Verde en la República Dominicana”, realizado por la GIZ.
Todo esto indica que el camino hacia la descarbonización no está vinculado a los combustibles fósiles, por tanto, República Dominicana, como lo están haciendo otros países, tendrá que apostar por las energías realmente limpias si quiere cumplir con sus objetivos climáticos.
Este texto fue producido con el apoyo de Climate Tracker América Latina
Para algunos, este combustible fósil ya no se considera competitivo para la transición energética porque es susceptible a la coyuntura internacional. Además, sus efectos sobre la crisis climática son indiscutibles ya que, aunque en menor medida que sus pares, emite gases contaminantes a la atmósfera.
Por Lilian Tejeda
En República Dominicana, como en muchos otros países, el gas natural se ha vendido como una de las alternativas más apropiadas para lograr la transición energética, que consiste en pasar de un modelo de generación de electricidad basado en combustibles fósiles a la adopción de tecnologías menos dañinas para el medioambiente como las energías renovables.
Aunque el gas natural es menos contaminante que los derivados del petróleo, también es un combustible fósil que emite gases de efecto invernadero, cuya gran concentración en la atmósfera es la causa del calentamiento global. Por esto su efectividad para enfrentar la crisis climática es altamente cuestionada.
Sin embargo, en los últimos años se ha fomentado en el país caribeño la conversión de varias plantas de generación de electricidad - que operaban con fueloil - al gas natural, y existen varios proyectos para continuar su expansión.
La capacidad instalada pasó de 555 megavatios (MW) en el 2011 a 939.8 en el 2023 y para el 2022 el gas natural dominaba la matriz energética nacional, con una participación de 37.8%.
En la actualidad, los planes del gobierno apuntan a continuar su expansión. De hecho, en diciembre del año pasado el presidente de la República, Luis Abinader, inició la construcción de un megaproyecto valorado en unos 1,750 millones de dólares, considerado el más grande del país y de la región.
La obra, ubicada al noroeste del país, contempla la construcción de dos plantas de gas natural de 420 MW cada una, un depósito de almacenamiento y un gasoducto de unos 7.2 kilómetros.
Además, recientemente el mandatario firmó un acuerdo con su homólogo de Ecuador, Guillermo Lasso, para evaluar la explotación de este combustible en beneficio de ambas naciones.
¿Cuál ha sido el impacto de la transición?
Hasta la fecha, República Dominicana ha logrado transformar más de 800 MW que se generaban con fueloil a gas natural, lo que (según informes oficiales) ha generado “ventajas” económicas y ambientales porque ha contribuido con “una reducción significativa de las emisiones”.
Sin embargo, las emisiones no han disminuido, por el contrario, del 2012 al 2018 (los datos más recientes disponibles) aumentaron, como se evidencia en los reportes del Organismo Coordinador del Sistema Eléctrico Nacional Interconectado.
No obstante, un estudio publicado por la Sociedad Alemana de Cooperación Internacional (GIZ), entidad que lleva a cabo un proyecto de transición energética en el país, indica que la intensidad de las emisiones “ha disminuido ligeramente”, lo que podría atribuirse al cambio hacia el gas natural y al aumento de las energías renovables.
“Entre 2010 y 2018 las emisiones de la subcategoría industrias de la energía se han incrementado un 26.95% y entre 2015- 2018 un 6.43%. La explicación de este cambio en las emisiones se atribuye a los cambios en la mezcla de electricidad. Para el año 2018 se incrementó el uso del gas natural en un 40.46%, respecto al año 2010, siendo el combustible con mayor presencia en la matriz de generación de energía para la República Dominicana en los últimos años”, precisa el documento.
Riesgos de la transición basada en el gas natural
Si bien como evidencian estos datos la transición a este combustible ha permitido reducir la intensidad de las emisiones, su efectividad para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París ha quedado en entredicho, por lo que ahora se está haciendo mayor énfasis en la necesidad de impulsar con más rapidez las energías renovables e incluso otras alternativas.
El estudio “Carbono Cero: La oportunidad, el costo y los beneficios de la descarbonización acoplada de los sectores de la electricidad y el transporte en América Latina y el Caribe”, publicado en 2020 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), señala que los argumentos a favor de nuevas inversiones en gas natural son cuestionables y ya no parecen ser competitivas, por lo que prevé que para el 2050 todas las unidades de este tipo serán descontinuadas.
A esto se suma el impacto de la invasión de Rusia en Ucrania, que provocó escasez y precios “nunca vistos”, según reseña la Agencia Internacional de la Energía (AIE, siglas en inglés) en su informe Perspectivas energéticas mundiales 2022.
“Uno de los efectos de las acciones de Rusia es que la era de rápido crecimiento de la demanda de gas natural llega a su fin (…). Las prospectivas para el gas disminuyen por el aumento de los precios a corto plazo, la rápida expansión de las bombas de calor y otras medidas de eficiencia, el mayor despliegue de las energías renovables y la más rápida adopción de otras opciones de flexibilidad en el sector eléctrico (...)”, señala el documento.
República Dominicana ha sentido los efectos de esta coyuntura. A finales del año pasado el ministro de Energía y Minas, Antonio Almonte, reconoció en una entrevista que el país ha tenido dificultades para conseguirlo y pagar mucho más dinero.
Los registros del Banco Central de República Dominicana (BCRD) indican que entre enero y septiembre del 2022 (cifras preliminares) se importaron más de 18 millones de barriles de gas natural por un valor de 649.482 millones de dólares. En ese período el precio del barril pasó de 28.12 a 43.38, esto evidencia que su costo casi se duplicó.
Ante este contexto, el funcionario indicó que el país tiene que aumentar su capacidad de almacenamiento e incrementar de forma más rápida la generación a partir de energías renovables, que para el 2022 representaban el 16.1% de la matriz energética.
El crecimiento del gas natural, cuya producción, según datos de Statista, se ha incrementado casi 60% durante las dos últimas décadas, se ha ralentizado en las economías en desarrollo, sobre todo en el sur y el sureste de Asia.
También en Europa se han implementado políticas climáticas más estrictas que se alejan del gas. Todo esto hace mella en sus credenciales como “combustible de transición”, refiere el informe de la AIE.
¿Cuál es la mejor alternativa?
El director del Proyecto Transición Energética-Fomento de Energías Renovables para implementar los Objetivos Climáticos en la República Dominicana de la GIZ, Clemens Findeisen, considera que República Dominicana está dando grandes pasos para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y destaca que el país incluso es el líder del Caribe en materia de energía limpia.
Sin embargo, considera que enfocar tanto la transición energética en el gas natural puede ralentizar el camino hacia la meta de tener una matriz con mayor integración de energías renovables, que en el caso del país es que representen el 25% para el 2025.
Otro riesgo o desventaja, agrega Findeisen, es que, como señalamos más arriba, la generación eléctrica puede verse afectada por eventos geopolíticos.
Es por esto que en el país es necesario hacer una mayor integración de energías renovables y explorar otras alternativas existentes.
Con él coincide el presidente de la Academia de Ciencias de República Dominicana, Eleuterio Martínez, quien plantea que, aunque el gas natural es menos lesivo para el medioambiente, la verdadera transición energética es pasar a la energía solar y eólica, para lo cual (dice) existe gran potencial y es a lo que se debería apostar.
República Dominicana tiene capacidad para aumentar la cuota de generación de energías renovables hasta un 44% en 2030, basándose esencialmente en energía solar fotovoltaica, energía eólica y bioenergía, determinó un estudio de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) publicado en el 2016.
Al respecto el director técnico del Consejo Nacional para el Cambio Climático y Mecanismo de Desarrollo Limpio (CNCCMDL, Alan Ramírez Risk, explica que en el país no se ha logrado mayor participación de las energías renovables porque cuando se inició la transición el sistema de transmisión eléctrica no estaba preparado.
“No es automático que tú colocas un panel y vas a inyectar a la red, es un proceso. Eso tomó tiempo y eso es lo que ha retrasado (la transición) …Si eso se hubiese dado de una manera más orgánica tal vez estaríamos más allá del 30 o 35% en energía renovable”, justifica el funcionario.
Ramírez señala, no obstante, que los precios actuales de las energías renovables y la existencia de las tecnologías de almacenamiento permitirán que la transición sea más rápida. Pero a la vez favorece las inversiones en gas natural, alegando que como sus emisiones son “sustancialmente menores” es una acción “climáticamente aceptable”.
Otra alternativa que se ha comenzado a barajar es el hidrógeno verde, que podría ayudar al país a cumplir los objetivos de neutralidad de carbono a largo plazo, según señala el “Análisis Prospectivo de Hidrógeno Verde en la República Dominicana”, realizado por la GIZ.
Todo esto indica que el camino hacia la descarbonización no está vinculado a los combustibles fósiles, por tanto, República Dominicana, como lo están haciendo otros países, tendrá que apostar por las energías realmente limpias si quiere cumplir con sus objetivos climáticos.
Este texto fue producido con el apoyo de Climate Tracker América Latina